
Beverly Hermosilla Serrano, profesora chilena radicada en Guiyang, China, es un ejemplo vivo de cómo la migración puede ser un puente para el entendimiento cultural y la integración social en un mundo globalizado. Desde 2015, esta educadora de 36 años ha vivido en una ciudad montañosa del suroeste chino, conocida por su gastronomía picante y tradiciones milenarias.
Su historia no es sólo la de una expatriada, sino la de una mujer que ha enfrentado y superado las dificultades de la barrera idiomática y cultural, para construir una vida y una identidad híbrida entre dos mundos tan distantes como Chile y China.
Los primeros meses de Beverly en Guiyang estuvieron marcados por el choque cultural y la dificultad para comunicarse. 'Cuando probé por primera vez el Suantang Hotpot, me puse a llorar de inmediato', recuerda, refiriéndose a la comida local, famosa por su picor y sabor ácido. Aprender chino fue una necesidad urgente que se convirtió en una pasión: 'La primera frase que aprendí fue "bu yao la jiao", que significa "sin picante, por favor".'
Este esfuerzo lingüístico no sólo le permitió desenvolverse en su entorno laboral, sino también acceder a las sutilezas del humor y las relaciones sociales, revelando que, pese a las diferencias, las bromas y la cercanía humana son universales.
Desde el punto de vista de la comunidad chilena en el extranjero, la experiencia de Beverly es motivo de orgullo y esperanza. Representa la capacidad de los chilenos para adaptarse y proyectar su identidad más allá de las fronteras nacionales. Sin embargo, algunos sectores sociales y académicos en Chile plantean interrogantes sobre la fuga de talentos y la necesidad de mejorar las condiciones locales para retener profesionales.
En China, su integración también ha generado miradas diversas: mientras sus colegas valoran su compromiso y apertura, existen voces que señalan las dificultades que enfrentan los extranjeros para ser plenamente aceptados en espacios sociales tradicionales, evidenciando tensiones entre modernidad y preservación cultural.
A pesar de la distancia, Beverly mantiene vivas las tradiciones chilenas en su día a día. Cada 18 de septiembre, cocina platos típicos como el pastel de choclo y los completos para sus amigos más cercanos, creando un espacio de encuentro y memoria. Su familia ha visitado Guiyang en dos ocasiones, lo que ha fortalecido el intercambio cultural y el conocimiento mutuo entre ambas naciones.
La historia de Beverly Hermosilla es más que un relato personal: es un espejo donde se reflejan los desafíos y oportunidades de la migración contemporánea, la construcción de identidad en contextos globales y la capacidad humana para tender puentes entre culturas.
En un mundo donde la información inmediata suele fragmentar y simplificar realidades, esta experiencia nos invita a detenernos y comprender las complejidades detrás de un fenómeno que impacta a millones: la movilidad humana.
Las consecuencias visibles de esta historia son múltiples: desde la transformación personal hasta el enriquecimiento cultural mutuo, pasando por la necesidad de políticas públicas que reconozcan y apoyen a quienes deciden hacer patria lejos de su tierra natal.
En definitiva, Beverly no solo enseña inglés en China; enseña también que, más allá de las fronteras y las diferencias, la conexión humana es posible y necesaria.
2025-11-11