
La relación entre Colombia y Estados Unidos, considerada durante décadas como la piedra angular de la lucha antidrogas en América Latina, ha entrado en una fase crítica que amenaza con desmantelar una cooperación estratégica que parecía inquebrantable.El 21 de octubre de 2025, el presidente Trump anunció la suspensión de pagos y subsidios a Colombia, acusando al gobierno de Gustavo Petro de fomentar la producción de drogas y violar la soberanía nacional tras ataques militares estadounidenses en el Caribe. Este anuncio no solo cristalizó un deterioro que venía gestándose desde el regreso de Trump a la Casa Blanca en enero, sino que también puso en evidencia un choque frontal entre dos estilos políticos y prioridades divergentes.
Desde principios de los 2000, con el Plan Colombia, Washington canalizó millones de dólares para fortalecer las fuerzas armadas colombianas y combatir el narcotráfico y las guerrillas, logrando avances significativos como la desmovilización de las FARC en 2016.Sin embargo, la producción de cocaína alcanzó niveles récord en los últimos años, y la ayuda estadounidense se fue reduciendo progresivamente. La cooperación no estuvo exenta de controversias: el empoderamiento militar facilitó abusos y la infiltración de paramilitares en negocios ilícitos.
El choque Petro-Trump refleja no solo una disputa personal, sino un choque político y estratégico. Para Washington, Colombia es un socio indispensable: alrededor del 80% de la inteligencia antidrogas que usa EE.UU. en el Caribe proviene de Bogotá.Elizabeth Dickinson, del International Crisis Group, advierte que la ruptura "debilita la capacidad de Colombia para controlar grupos armados, lo que beneficia directamente al crimen organizado".
Por su parte, Petro ha denunciado la violación de la soberanía nacional tras ataques estadounidenses que causaron la muerte de civiles colombianos, acusaciones que Trump rechazó y usó para justificar la suspensión de la ayuda.El investigador Héctor Galeano señala que "ganan las bandas criminales mientras los gobiernos se enfrentan, y la droga sale por rutas alternativas como el Pacífico".
El momento no podría ser más inoportuno: mientras EE.UU. intensifica su cruzada en el Caribe, Colombia enfrenta una crisis de seguridad con múltiples grupos armados activos y un atentado reciente contra un precandidato presidencial.La suspensión de la ayuda pone en riesgo proyectos de inteligencia, equipamiento y coordinación operativa clave para contener la violencia.
La fractura también tiene un efecto simbólico, debilitando la imagen de Colombia como aliado confiable y afectando la estabilidad regional, especialmente en un contexto donde la cooperación hemisférica es esencial para enfrentar amenazas transnacionales.
Desde sectores políticos colombianos, la tensión se percibe con preocupación y resignación. Algunos analistas consideran que la desavenencia refleja un cambio de paradigma en la región, donde la soberanía y la autonomía cobran mayor peso frente a la tradicional hegemonía estadounidense.
Sin embargo, la polarización y la falta de diálogo han profundizado la desconfianza, dejando a las comunidades más vulnerables expuestas a la violencia y al narcotráfico.
La alianza EE.UU.-Colombia, una de las más duraderas y estratégicas en América Latina, está en un punto crítico que evidencia la fragilidad de los acuerdos basados en intereses inmediatos y la complejidad de un fenómeno tan arraigado como el narcotráfico.La suspensión de ayuda y la escalada verbal entre Trump y Petro no solo afectan la seguridad bilateral, sino que también reconfiguran el mapa geopolítico regional.
Mientras tanto, el crimen organizado se fortalece en las sombras, aprovechando la fractura para expandir su influencia. La historia reciente deja claro que la confrontación política entre aliados puede tener consecuencias devastadoras que trascienden las oficinas de gobierno, impactando directamente en la vida de millones.
La pregunta que queda en el aire es si ambos países podrán reconstruir una cooperación basada en respeto mutuo y objetivos compartidos, o si la rivalidad y la desconfianza marcarán un nuevo capítulo de inestabilidad en la región.
2025-10-22