
Un panorama complejo y en evolución ha marcado el paso del sistema frontal que afectó a Chile durante el segundo semestre de 2025, dejando tras de sí un escenario de suspensión masiva de clases, tensiones entre actores educativos y un reflejo claro de las brechas estructurales que atraviesa el país.
Desde junio hasta noviembre, más de 460 establecimientos educacionales suspendieron sus clases en diversas regiones, desde La Araucanía hasta la Carretera Austral, en respuesta a las intensas lluvias y las alertas de desborde de ríos decretadas por Senapred. Este fenómeno climático no solo paralizó la actividad escolar, sino que también puso en jaque la logística y la planificación educativa.
El 16 de junio, 295 colegios en cuatro regiones suspendieron sus clases, seguido por una medida similar en 167 establecimientos de cinco regiones a fines de julio, y finalmente, la suspensión puntual en la Carretera Austral el 25 de agosto. Cada una de estas decisiones fue adoptada bajo la premisa de resguardar la seguridad de estudiantes, docentes y comunidades, pero también generaron una cadena de efectos secundarios.
Hernán Herrera, presidente nacional de la Corporación Nacional de Colegios Particulares (Conacep), expresó su preocupación por el calendario electoral que obligó a las Fuerzas Armadas a utilizar establecimientos escolares como locales de votación la noche del domingo 16 de noviembre. "Los colegios son devueltos en la madrugada del lunes, sin tiempo para aseo ni preparación, lo que pone en riesgo la seguridad sanitaria para recibir a los estudiantes", afirmó Herrera.
Además, la gremial criticó que el Ministerio de Educación dispusiera recuperar las clases el lunes 17 de noviembre, cuando muchos colegios ya habían agotado sus días de recuperación, generando un problema logístico y pedagógico para los sostenedores.
Este desencuentro refleja una tensión profunda entre las autoridades y el sector privado, que reclama mayor coordinación y flexibilidad ante un calendario electoral que, según ellos, no considera las particularidades del sector educacional.
En la Región de Los Lagos, la suspensión de clases en la zona de la Carretera Austral, decretada el 25 de agosto, fue acompañada de una Alerta Roja por el desborde del río Lenca y la remoción de tierra en sectores como Chaicas. El Colegio Técnico Piedra Azul funcionó como albergue para los afectados, y se evacuaron preventivamente viviendas cercanas.
Desde la mirada social, esta crisis climática expone la vulnerabilidad de comunidades aisladas y la insuficiente infraestructura para enfrentar eventos extremos. La suspensión de clases no solo interrumpe el proceso educativo, sino que también afecta la vida cotidiana de familias que dependen de la escuela como un espacio de protección y soporte.
Los hechos evidencian que el sistema educativo chileno carece de mecanismos ágiles para responder a emergencias prolongadas y simultáneas. La superposición de la crisis climática con el calendario electoral ha tensionado aún más a los actores involucrados.
Expertos consultados por medios nacionales coinciden en que este escenario debería impulsar una revisión profunda de la planificación educativa y de emergencia, con foco en la descentralización, la infraestructura resiliente y la participación comunitaria.
- Las suspensiones de clases por el sistema frontal en 2025 afectaron a cientos de establecimientos en múltiples regiones, evidenciando la magnitud y persistencia del fenómeno.
- La utilización de colegios como locales de votación y la exigencia de recuperar clases en plenas emergencias generaron fricciones entre autoridades y sostenedores privados.
- Las comunidades más vulnerables, especialmente en zonas aisladas como la Carretera Austral, sufrieron no solo la interrupción educativa, sino también riesgos directos a su seguridad física y social.
- Esta crisis pone en relieve la necesidad de una política pública integral que articule educación, gestión de riesgos y planificación electoral, con participación efectiva de todos los actores.
Este episodio no solo es una historia de suspensiones y críticas, sino un espejo donde se reflejan las fragilidades y oportunidades del Chile contemporáneo para enfrentar un futuro climático y social cada vez más incierto.