
El pasado 20 de septiembre de 2025, un tornado F-0 impactó la ciudad de Linares, en la región del Maule, dejando un rastro de destrucción que aún hoy, más de dos meses después, mantiene en vilo a la comunidad afectada. Al menos 150 viviendas resultaron dañadas, con techos arrancados, postes eléctricos caídos y árboles derribados, mientras 851 usuarios permanecieron sin suministro eléctrico por varias horas, según reportes oficiales y la Red Geocientífica de Chile.
El fenómeno meteorológico, catalogado como de intensidad moderada, sorprendió a los habitantes y a las autoridades locales. El alcalde Mario Meza Vásquez no dudó en calificar el daño como "de proporciones", y fue enfático al solicitar ayuda al Ministerio del Interior para enfrentar la magnitud de la emergencia. "Estimamos al menos en 150 las casas afectadas", declaró en su momento, mientras los equipos municipales, Bomberos y Senapred trabajaban en terreno para asistir a las familias.
Desde la perspectiva social, la comunidad de Linares ha experimentado una mezcla de solidaridad y frustración. Vecinos relatan la incertidumbre de noches sin luz y la demora en la reposición de servicios básicos. "Fue un golpe duro, pero nos hemos unido para ayudarnos mutuamente", comentó una vecina de María del Valle, uno de los sectores más afectados.
En el plano político, la gestión de la emergencia abrió un debate sobre la capacidad de respuesta estatal ante eventos climáticos extremos, cada vez más frecuentes en Chile. Algunos sectores de oposición criticaron la lentitud en la entrega de subsidios y la falta de un plan preventivo robusto, mientras el gobierno defendió la coordinación interinstitucional desplegada y anunció la agilización de recursos para la reconstrucción.
La dimensión económica también es relevante. El daño en viviendas y servicios básicos implica costos significativos para las familias y la municipalidad, que enfrenta el desafío de levantar un catastro exhaustivo para acceder a subsidios especiales. Expertos en gestión de riesgos advierten que la adaptación a eventos climáticos debe ser prioridad para evitar que tragedias similares se repitan con consecuencias aún más graves.
Finalmente, este tornado en Linares se inscribe en un patrón creciente de fenómenos meteorológicos extremos en la zona centro-sur de Chile, que ya ha vivido en 2025 desde sistemas frontales con miles de damnificados hasta trombas marinas en el Biobío. La experiencia de Linares deja lecciones claras: la necesidad de fortalecer la prevención, mejorar la infraestructura y garantizar respuestas rápidas y efectivas para proteger a la población.
En conclusión, el tornado que azotó Linares no solo dejó daños materiales visibles, sino que también expuso las fisuras en la preparación y respuesta ante desastres naturales en Chile. La recuperación está en marcha, pero el camino hacia una mayor resiliencia social y ambiental apenas comienza.
Fuentes consultadas: BioBioChile, La Tercera, Red Geocientífica de Chile, declaraciones municipales y testimonios ciudadanos.
2025-10-07
2025-10-08
2025-10-06