El Pupitre Roto: Anatomía de la Violencia en el INBA y el Espejo de la Educación Pública

El Pupitre Roto: Anatomía de la Violencia en el INBA y el Espejo de la Educación Pública
2025-07-13

- La agresión al rector del INBA en junio no fue un hecho aislado, sino el clímax de un ciclo de violencia que incluye una trágica explosión con estudiantes quemados en 2024.

- El conflicto expone una fractura profunda: demandas estudiantiles desatendidas, la irrupción de grupos radicalizados y una respuesta institucional centrada en querellas criminales más que en el diálogo.

- Más allá del INBA, el caso obliga a una reflexión nacional sobre el abandono de los liceos emblemáticos y la incapacidad del sistema para garantizar la seguridad y el derecho a la educación.

El Eco de una Crisis No Resuelta

Han pasado más de dos meses desde que el rector interino del Internado Nacional Barros Arana (INBA), Gonzalo Saavedra, fuera atacado por un grupo de encapuchados a las puertas del liceo. La imagen de una autoridad educativa agredida con botellas de bencina y la de un bus del transporte público en llamas a pocos metros, se grabaron en la retina colectiva. Sin embargo, con la distancia del tiempo, estos hechos dejan de ser un titular de impacto para revelarse como los síntomas febriles de una enfermedad crónica que aqueja a la educación pública chilena: una mezcla de abandono estructural, diálogo fracturado y una violencia que parece haber superado todas las barreras conocidas.

El episodio del 13 de junio no surgió en el vacío. Fue la manifestación más visible de una tensión acumulada. Por un lado, la gestión del propio rector Saavedra ya estaba bajo escrutinio tras la filtración de un audio con polémicos comentarios sobre estudiantes con Trastorno del Espectro Autista (TEA), lo que había generado peticiones de renuncia por parte de algunos apoderados. Por otro, existía un petitorio estudiantil cuyas demandas, según reconoció la propia autoridad, no habían sido canalizadas ni atendidas. En este caldo de cultivo, un grupo de aproximadamente 30 individuos, que el rector supuso eran una mezcla de estudiantes y personas externas, optó por la agresión directa.

Las Múltiples Caras del Conflicto

La respuesta institucional, liderada por el Municipio de Santiago, fue inmediata y predecible: el anuncio de querellas criminales contra quienes resulten responsables. Esta postura, que enmarca el problema casi exclusivamente en el ámbito delictual, busca aislar a los violentos y restaurar el orden. Es una perspectiva que resuena con una parte de la ciudadanía, fatigada por la disrupción y la destrucción. Sin embargo, esta mirada judicial no logra responder las preguntas de fondo.

Desde otra vereda, aunque sin justificar la violencia, emergen las voces que apuntan a un problema más profundo. La existencia de un petitorio estudiantil ignorado sugiere que los canales institucionales de diálogo son percibidos como ineficaces. La violencia, en su forma más radical y minoritaria, se convierte en la única herramienta de visibilidad para algunos, un grito desesperado que, paradójicamente, ahoga cualquier posibilidad de debate constructivo. La comunidad educativa, mientras tanto, vive atrapada entre el miedo a la violencia física y la frustración por la falta de soluciones pedagógicas y administrativas.

Un Contexto de Trauma y Abandono Histórico

Para comprender la magnitud de la crisis del INBA, es ineludible mirar hacia atrás, específicamente a octubre de 2024. Ese mes, una explosión accidental durante la manipulación de químicos en un baño del liceo dejó a más de 30 estudiantes con quemaduras de diversa gravedad. Los testimonios de profesores que trasladaron a jóvenes con sus ropas y piel quemadas en sus propios vehículos a los hospitales son un recordatorio brutal de que la violencia en el INBA no es solo simbólica. Es una realidad que ha dejado secuelas físicas y psicológicas profundas.

Este evento traumático es la herida abierta sobre la cual se desarrollan los conflictos posteriores. Demuestra que el problema trasciende a los "overoles blancos" y se ancla en una cultura de riesgo normalizada y en un abandono que permite que un establecimiento educativo se convierta en un lugar físicamente peligroso. Los liceos emblemáticos, otrora cuna del pensamiento crítico y la movilidad social, hoy luchan por garantizar la integridad física de sus estudiantes. La agresión al rector y la quema de un bus son actos condenables, pero ocurren en un escenario ya devastado por una tragedia anterior que expuso la fragilidad de todo el sistema.

El Estado Actual: Entre la Judicialización y la Incertidumbre

Hoy, el caso sigue la vía judicial. Las querellas buscan responsables penales, pero la paz no ha retornado a la comunidad del INBA. El conflicto se encuentra en una encrucijada: ¿es posible reconstruir la confianza y los lazos comunitarios? ¿O la respuesta se limitará a un reforzamiento de la seguridad que no aborda las causas de la rabia y la desesperanza?

La situación del INBA actúa como un espejo para la educación pública. Refleja la tensión no resuelta entre el derecho a la protesta y el derecho a la educación en un ambiente seguro. Expone la dificultad del Estado para dialogar con las nuevas generaciones de estudiantes y la infiltración de lógicas de violencia que desbordan a las propias comunidades. El pupitre roto del INBA no es solo mobiliario dañado; es la metáfora de un pacto social quebrado, cuya reparación exige mucho más que cámaras y acciones legales. Requiere un proyecto educativo que devuelva el sentido y la esperanza a sus aulas.

Un evento puntual de alta connotación pública, ocurrido hace un mes, sirve como catalizador para analizar un problema estructural y de largo aliento: la crisis de violencia en el sistema de educación pública. La historia ha madurado lo suficiente para trascender el impacto inicial y permite examinar las consecuencias institucionales, las acciones legales emprendidas y el debate social sobre las causas subyacentes, las responsabilidades y las posibles soluciones. Ofrece una narrativa completa con un detonante claro, una reacción social y política visible, y un debate sobre el futuro de la convivencia escolar y el rol del Estado que sigue abierto, permitiendo una exploración profunda de las fracturas generacionales y sociales.