La Frecuencia de Moscú: Cómo la Llegada de RT a Chile Redefine la Soberanía Mediática y la Guerra de la Información

La Frecuencia de Moscú: Cómo la Llegada de RT a Chile Redefine la Soberanía Mediática y la Guerra de la Información
2025-07-13
  • Soberanía Perforada: La llegada de RT expone la vulnerabilidad del ecosistema mediático chileno, abriendo la puerta a que más actores estatales extranjeros utilicen canales locales como plataformas de influencia directa.
  • Regulación en Jaque: El marco legal actual, diseñado para un mundo análogo, se muestra incapaz de abordar los desafíos de la desinformación geopolítica, forzando un debate sobre si se debe regular el origen del contenido y no solo su forma.
  • Batalla de Narrativas: Chile se convierte en un campo de pruebas para la guerra de información del siglo XXI, donde la audiencia deberá desarrollar un mayor escepticismo crítico para navegar entre narrativas estatales contrapuestas.

El Desembarco Silencioso

La mañana del 16 de junio de 2025, sin previo aviso, los pocos pero fieles televidentes de Telecanal se encontraron con una parrilla programática completamente transformada. Donde antes había infomerciales y series envasadas, ahora se transmitía, de forma ininterrumpida, la señal de RT en Español, el brazo mediático internacional financiado por el Kremlin. Lo que a primera vista parecía un simple acuerdo comercial entre un canal chileno de baja sintonía y una cadena internacional, es en realidad una señal de alta frecuencia que proyecta el futuro del ecosistema informativo en Chile y América Latina. Este hecho no es un evento aislado, sino el síntoma de una tendencia global que acaba de aterrizar en el espectro radioeléctrico nacional: la geopolítica transmitida por televisión abierta.

La operación, gestionada discretamente a través de intermediarios y justificada por la Embajada rusa como un aporte a la “diversidad de opiniones”, expone la fragilidad de un modelo de medios local y la obsolescencia de su marco regulatorio. Más allá del debate inmediato sobre propaganda y libertad de expresión, el caso Telecanal-RT es un punto de inflexión que nos obliga a proyectar los escenarios que se abren para la soberanía informativa, la regulación y el consumo de noticias en el país.

Escenario 1: La Autopista de la Influencia y la Soberanía Mediática en Venta

El “modelo Telecanal” podría convertirse en una plantilla replicable. La realidad económica de muchos medios de comunicación en Chile, caracterizada por la precariedad y la dependencia de ingresos publicitarios decrecientes, los convierte en objetivos atractivos para actores estatales extranjeros con agendas estratégicas y presupuestos abultados.

  • Futuro Probable (Mediano Plazo): Si esta tendencia se consolida, podríamos ver cómo otras potencias globales (como China, Turquía o países del Golfo) exploran acuerdos similares para arrendar frecuencias de radio o televisión. El espectro radioeléctrico chileno, concebido como un bien público para el debate nacional, podría transformarse en un mercado fragmentado de narrativas globales, donde la influencia se compra y se vende como tiempo de emisión. La soberanía informativa, entendida como la capacidad de un país para gestionar su propio espacio deliberativo, quedaría estructuralmente perforada.
  • Punto de Inflexión Crítico: La reacción de los grandes conglomerados mediáticos chilenos será determinante. ¿Optarán por reforzar su contenido local y su identidad nacional como un diferenciador de valor, o verán en estos acuerdos una oportunidad de negocio para sus plataformas secundarias? Una decisión en esta última dirección aceleraría la normalización del fenómeno.
  • Factor de Incertidumbre: La respuesta de la audiencia. ¿Habrá un rechazo masivo a estos contenidos, considerándolos propaganda, o encontrarán un nicho leal en segmentos de la población que desconfían de los medios tradicionales y occidentales? La capacidad de RT para “localizar” su contenido, incorporando voces y temas chilenos, será clave para su éxito o fracaso en la captura de audiencias.

Escenario 2: Las Leyes del Ayer y el Dilema Regulatorio del Mañana

La llegada de RT ha puesto en jaque al Consejo Nacional de Televisión (CNTV) y a la legislación vigente. La normativa actual, diseñada en el siglo XX, se centra en fiscalizar el contenido (violencia, protección a la infancia, pluralismo en periodos electorales) una vez emitido, pero carece de herramientas para abordar la procedencia y el control estatal extranjero de la programación. Esto genera un vacío legal que el acuerdo Telecanal-RT ha sabido aprovechar.

  • Futuro Probable (Corto Plazo): El CNTV se mantendrá en una posición reactiva, monitoreando el contenido de RT en busca de infracciones a la normativa sobre el “correcto funcionamiento”. Sin embargo, esto es como intentar detener un río con un colador. La propaganda moderna rara vez infringe normas explícitas de forma burda; su poder reside en el encuadre, la omisión y la repetición constante de una perspectiva.
  • Escenario Alternativo (Largo Plazo): La presión política y social podría forzar un debate legislativo para modernizar la ley de televisión. Sobre la mesa habrá dos caminos opuestos. El primero, más liberal, se centrará en la transparencia radical, obligando a los canales a declarar de forma explícita y permanente en pantalla: “Esta programación es financiada por el Gobierno de la Federación Rusa”. El segundo, más proteccionista, buscará limitar o condicionar la emisión de contenidos producidos por medios bajo control directo de estados extranjeros, especialmente aquellos calificados como no democráticos. Este último camino abriría un complejo debate sobre censura y podría generar tensiones diplomáticas.

La decisión que tome Chile en esta materia sentará un precedente para toda la región, que observa atentamente cómo una democracia liberal lidia con las herramientas de soft power de potencias autoritarias.

Escenario 3: El Ciudadano en la Encrucijada de la Guerra Informativa

La consecuencia más profunda del desembarco de RT se dará en el plano cognitivo y cultural. La presencia simultánea y accesible de narrativas antagónicas sobre los mismos hechos (la guerra en Ucrania, las tensiones en Medio Oriente, el rol de Occidente) obligará al ciudadano a tomar una posición, o al menos, a ser consciente de la batalla.

  • Riesgo Mayor: La Normalización y la Erosión del Centro. Con el tiempo, la sorpresa inicial se desvanecerá. RT podría convertirse en “un canal más”, y su narrativa, antes ajena, comenzará a filtrarse sutilmente en conversaciones cotidianas, redes sociales y debates públicos. Esto no busca necesariamente convencer a la mayoría, sino sembrar la duda, relativizar los hechos y erosionar la confianza en las instituciones y medios locales. El objetivo estratégico de la desinformación no es imponer una verdad, sino destruir la idea de que la verdad es posible.
  • Oportunidad Latente: El Despertar del Escepticismo Crítico. Por otro lado, este shock informativo podría tener un efecto paradójicamente positivo. La exposición directa y sin filtros a propaganda puede actuar como una vacuna, generando anticuerpos en la audiencia. Un ciudadano que ve en un canal que la ciudad de Mariupol fue “liberada” y en otro que fue “brutalmente destruida”, se ve forzado a cuestionar la naturaleza de las fuentes informativas. Este fenómeno podría impulsar la alfabetización mediática como una habilidad de supervivencia cívica indispensable, fomentando un consumo de noticias más activo y escéptico.

El futuro no está escrito. La llegada de la frecuencia de Moscú a los hogares chilenos no es el final de la historia, sino el comienzo de un nuevo capítulo. Plantea una pregunta fundamental cuya respuesta definirá la salud de la democracia en los próximos años: ¿está la sociedad chilena preparada para navegar en este nuevo y complejo ecosistema mediático, o se convertirá en un campo de batalla pasivo en una guerra de narrativas que se libra desde muy lejos?

La noticia representa la cristalización local de un fenómeno global: la disputa por la hegemonía narrativa en el contexto de un nuevo orden multipolar. Su evolución, desde un cambio de programación en un canal de baja audiencia hasta un debate sobre soberanía mediática y desinformación, ofrece una oportunidad única para analizar las futuras tensiones entre libertad de expresión, seguridad nacional y la influencia de actores estatales extranjeros en el ecosistema informativo. El caso permite proyectar escenarios sobre la regulación de medios, la confianza ciudadana y las nuevas fronteras de la guerra de la información.