
La reciente disputa entre el senador Fidel Espinoza y el diputado Daniel Manouchehri se ha convertido en un punto álgido dentro del Partido Socialista (PS), revelando tensiones internas que podrían tener repercusiones en las próximas elecciones. La controversia comenzó cuando Manouchehri acusó a Espinoza de corrupción durante la discusión de una acusación constitucional contra el exministro Antonio Ulloa, lo que llevó a Espinoza a presentar una querella por injurias y calumnias.
En una declaración pública, Espinoza afirmó que las acusaciones de Manouchehri son infundadas y buscan menoscabar su honor. "Me imputa actos de corrupción que tendrá que demostrar en los tribunales", sostuvo. Esta situación ha generado un debate sobre el uso de acusaciones constitucionales con fines electorales, con Espinoza argumentando que Manouchehri intentó perjudicar a la senadora Yasna Provoste, quien compite con la pareja de Manouchehri, la diputada Daniella Cicardini, por un escaño senatorial.
La pugna no solo refleja una lucha personal, sino también una fractura más amplia dentro del PS. El senador ha criticado la falta de unidad en el partido, señalando que el reciente desempeño electoral ha sido un reflejo de la descoordinación interna y que la ultraderecha ha ganado terreno en este contexto. "Hoy día ganó la ultraderecha, y eso es responsabilidad de todos nosotros", dijo Espinoza, sugiriendo que la falta de una estrategia común ha permitido que la oposición se fortalezca.
Desde la perspectiva de Manouchehri, el diputado ha defendido su posición, argumentando que sus acusaciones son parte de su deber de fiscalización. "No me voy a quedar callado ante las irregularidades que afectan a nuestra colectividad", expresó. Sin embargo, esta postura ha sido criticada por algunos miembros del PS, quienes ven en sus acciones un intento de capitalizar políticamente sobre la controversia, lo que podría resultar en un daño reputacional para el partido.
La situación se complica aún más con la reciente querella de Espinoza contra Manouchehri, que ha sido interpretada por algunos como un intento de silenciar a un adversario político dentro de la misma bancada. El abogado de Espinoza, Enrique Aldunate, ha declarado que buscan no solo reparar el daño reputacional, sino también establecer un precedente sobre la gravedad de las acusaciones infundadas en el ámbito político.
A medida que se acercan las elecciones, la disputa entre estos dos miembros del PS podría intensificarse, con implicaciones significativas para la estrategia electoral del partido y su capacidad para enfrentar a la oposición. Mientras tanto, los ciudadanos observan con atención cómo se desarrollan estos conflictos internos, que no solo afectan a los involucrados, sino que también son reflejo de un sistema político en búsqueda de cohesión y dirección en tiempos de incertidumbre.
En conclusión, la controversia entre Espinoza y Manouchehri no es solo un conflicto personal, sino un síntoma de las tensiones más amplias dentro del PS, que enfrenta el desafío de unificar su mensaje y estrategia en un momento crítico. Las acusaciones de corrupción, el uso electoral de las acusaciones y la fragmentación interna son temas que seguramente seguirán en el centro del debate político en los próximos meses.