La noche del 10 de septiembre de 2025 marcó un antes y un después en la seguridad europea. Una docena de drones rusos violaron el espacio aéreo de Polonia, país miembro de la OTAN, desencadenando la primera respuesta militar directa de la Alianza contra incursiones aéreas de origen ruso en territorio aliado desde la Segunda Guerra Mundial. Aviones F-35 holandeses y F-16 polacos derribaron varios de estos drones, mientras que sistemas de defensa aérea y aeronaves de vigilancia de Alemania e Italia se activaron para contener la amenaza. El episodio forzó además el cierre temporal de aeropuertos y la restricción del tráfico aéreo en el flanco oriental polaco, una medida inédita desde el inicio del conflicto en Ucrania.
Desde Polonia, el presidente Karol Nawrocki no ocultó su indignación y determinación: 'Polonia siempre reaccionará adecuadamente y está lista para defender su territorio'. Para el primer ministro Donald Tusk, el evento representó 'la situación más cercana a un conflicto abierto en Europa desde la Segunda Guerra Mundial', aunque también matizó que no se estaba al borde de una guerra total. Desde la OTAN, el secretario general Mark Rutte calificó la incursión como 'imprudente y peligrosa', anunciando un despliegue reforzado de cazas y sistemas antiaéreos en el flanco este, con aportes concretos de Francia, Alemania, España y otros aliados.
Desde Varsovia y sus aliados, la lectura es clara: Moscú busca medir la capacidad de respuesta de la OTAN y presionar políticamente a Occidente, especialmente a Estados Unidos, en un momento de desgaste interno y debates sobre el apoyo a Ucrania. La incursión es vista como una provocación deliberada, enmarcada en la escalada de la guerra híbrida que acompaña la invasión rusa a Ucrania. El despliegue inmediato de la misión "Centinela Este" y la activación del artículo 4 de la OTAN evidencian la gravedad con la que se tomó el episodio.
Desde Rusia y Bielorrusia, la narrativa oficial niega cualquier intención agresiva directa. El Kremlin calificó las acusaciones como infundadas y parte de una campaña para aumentar tensiones, mientras que Bielorrusia informó que también derribó drones rusos que entraron accidentalmente en su espacio aéreo, producto de la guerra electrónica desplegada por Ucrania. La puesta en marcha de las maniobras conjuntas "Zapad-2025" cerca de la frontera polaca, con la participación de países aliados, añade un nuevo nivel de complejidad y muestra una respuesta militar coordinada que busca fortalecer la disuasión en la región.
La restricción del tráfico aéreo en las fronteras polacas con Bielorrusia y Ucrania, vigente hasta diciembre, refleja la preocupación por la seguridad civil y militar. Países del Báltico como Letonia también han adoptado medidas similares, mientras que en Bruselas y Washington se aceleran las discusiones para reforzar las sanciones y la cooperación militar con Ucrania. Sin embargo, el episodio ha abierto un debate crítico sobre la capacidad real de la OTAN para enfrentar amenazas asimétricas como enjambres de drones, que cuestan miles de dólares pero obligan a desplegar costosos cazas y misiles para su neutralización.
Este incidente ha puesto en evidencia varias verdades incómodas. Por un lado, la alianza occidental mostró su voluntad y capacidad para defender su espacio, pero también reveló las limitaciones tecnológicas y estratégicas ante nuevas formas de guerra. La escalada de tensiones en Europa del Este no es solo un choque militar, sino un pulso político y psicológico entre bloques con narrativas irreconciliables. La OTAN debe equilibrar su respuesta para evitar una escalada descontrolada, pero sin perder credibilidad ni la protección de sus miembros.
La incursión rusa con drones no fue un simple error ni un accidente: fue una prueba de fuego para la alianza, un mensaje para Occidente y un recordatorio de que la guerra en Ucrania trasciende las fronteras ucranianas. Mientras Polonia y sus aliados fortalecen sus defensas y endurecen su postura, la sombra de un conflicto mayor sigue presente, aunque por ahora contenido en un tablero de maniobras, advertencias y despliegues militares que mantienen a Europa en vilo.
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Fuentes consultadas: La Tercera, El País, Deutsche Welle, Council for Foreign Relations, declaraciones oficiales de la OTAN y gobiernos implicados.