
El escenario electoral chileno entra en su fase decisiva con una clara ventaja para José Antonio Kast, candidato del Partido Republicano, frente a Jeannette Jara, representante del oficialismo y el PC. Según la encuesta Cadem publicada el 23 de noviembre de 2025, Kast alcanza un 58% de intención de voto en la segunda vuelta, mientras Jara se sitúa en un 42%. Esta diferencia, que supera los 15 puntos porcentuales, no solo refleja una preferencia numérica, sino que también desata un intenso debate político y social en el país.
La lectura de estos resultados no puede limitarse a números. Por un lado, el electorado que apoya a Kast valora en él atributos asociados a la seguridad y el orden: "capaz de enfrentar la delincuencia y el narcotráfico", "autoridad y liderazgo", según la misma encuesta. Estos elementos reflejan una demanda ciudadana que busca respuestas firmes ante la sensación de inseguridad y crisis social que ha marcado los últimos años.
En cambio, Jara concentra su fuerza en un perfil más cercano y empático, con énfasis en la tolerancia y la diversidad. Sus seguidores destacan su carácter 'tolerante frente a la diversidad', 'cercana' y 'carismática', rasgos que apelan a un sector social que prioriza la inclusión y los cambios sociales profundos.
Un dato clave es el alto porcentaje de indecisos, especialmente entre quienes votaron por candidaturas menores en la primera vuelta, como Franco Parisi y Johannes Kaiser. Un 44% de los votantes del PDG aún no define su preferencia hacia esta segunda vuelta. Este segmento se convierte en el campo de batalla donde ambas campañas intensifican sus esfuerzos, conscientes de que ahí podría estar la llave para cambiar el resultado final.
Jeannette Jara ha insistido en que "la elección está abierta" y ha cuestionado la negativa de Kast a participar en debates, una estrategia que para muchos es un signo de tensión y falta de diálogo. Por su parte, Kast ha sido recibido con fervor en actos públicos, aunque también con manifestaciones de rechazo, evidenciando un país polarizado.
Al interior de los partidos, la disputa también es intensa. El oficialismo ha reforzado su comando con figuras como la senadora Paulina Vodanovic y el exministro Francisco Vidal, mientras que en la derecha se mantiene la cohesión en torno a Kast, quien capitaliza un discurso de orden y crecimiento económico.
Este enfrentamiento electoral refleja desafíos estructurales de Chile: la seguridad pública, la desigualdad, la gobernabilidad y la legitimidad de las instituciones. La encuesta también revela que un 62% de los consultados cree que Kast será el próximo presidente, un dato que influye en la percepción de inevitabilidad y puede afectar la movilización electoral.
Sin embargo, la polarización y la fragmentación del electorado advierten sobre un futuro gobierno que enfrentará dificultades para construir consensos amplios. La alta indecisión y el aumento del voto nulo o en blanco anticipan un escenario donde la gobernabilidad será un desafío mayúsculo.
La ventaja de Kast en la segunda vuelta no es solo una fotografía momentánea, sino el reflejo de un país dividido entre dos proyectos de sociedad. La campaña que se despliega no solo confronta candidatos, sino visiones y esperanzas contrapuestas. En este coliseo político, el sufrimiento y la esperanza de Chile se juegan en cada voto, mientras el país observa, expectante, el desenlace de esta contienda que marcará su futuro inmediato.