China y el monopolio de minerales raros: un pulso global con consecuencias visibles

China y el monopolio de minerales raros: un pulso global con consecuencias visibles
Economía
Minería y Energía
2025-11-24
Fuentes
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- Control casi absoluto de China sobre la cadena de procesamiento de minerales críticos.

- Reacciones internacionales que oscilan entre la urgencia por innovar y el temor ambiental.

- Impactos socioeconómicos y ambientales que ya empiezan a manifestarse en múltiples regiones.

El monopolio chino sobre los minerales raros ha dejado de ser una amenaza lejana para convertirse en un desafío tangible y multifacético que enfrenta el mundo y, en particular, a Chile. El 9 de octubre de 2025, el Ministerio de Comercio chino anunció un endurecimiento en los controles de exportación de minerales raros y productos derivados, incluso aquellos procesados fuera de sus fronteras. Este movimiento confirma la voluntad de Pekín de mantener un férreo dominio sobre un recurso estratégico para la era digital y la transición energética.

Un dominio histórico y su impacto actual

Desde los años ochenta, China apostó por convertir las tierras raras en un recurso crítico, subvencionando la extracción y el complejo procesamiento químico que otros países no han podido igualar. Aunque posee solo el 34% de las reservas mundiales, controla casi toda la cadena global de transformación de estos minerales en componentes esenciales para baterías, imanes y chips. Este control ha puesto en jaque a productores como Chile, que extrae el 30% del litio global, y a otros países ricos en minerales, relegados a proveedores de materia prima sin capacidad industrial para agregar valor.

Perspectivas encontradas: innovación, dependencia y riesgos

Desde Washington y Canberra, la reacción ha sido doble: por un lado, se impulsan inversiones masivas para desarrollar capacidades propias de refinación, buscando romper el monopolio chino. Por otro lado, crecen las preocupaciones ambientales y sociales. Las plantas de procesamiento chinas son conocidas por generar residuos tóxicos y dañar ecosistemas locales, un costo que hasta ahora pocos han querido asumir.

“Estamos ante un dilema: la independencia tecnológica es urgente, pero la huella ambiental y social de replicar estos procesos puede ser devastadora,” advierte la experta en minería sostenible María Elena Rojas, de la Universidad de Santiago.

En Chile, actores políticos y empresariales reconocen que la oportunidad está en avanzar hacia la industrialización del litio y otros minerales, pero que el camino es complejo. El ministro de Minería afirmó que “debemos equilibrar la urgencia de agregar valor localmente con la sostenibilidad ambiental y social, aprendiendo de los errores externos.”

Voces ciudadanas y regionales: una tensión palpable

En las regiones mineras, la tensión crece. Comunidades que han sufrido los impactos de la minería tradicional observan con desconfianza la promesa de desarrollo industrial. “No queremos repetir la historia de contaminación y abandono,” señala Ana Pérez, dirigente social de Antofagasta.

Mientras tanto, en la esfera política, la discusión se polariza. Algunos sectores proponen acelerar la inversión estatal y privada en tecnologías limpias y refinerías nacionales, buscando romper la dependencia. Otros advierten que sin un marco regulatorio robusto y participación ciudadana, el riesgo de conflictos sociales y daños ambientales se profundizará.

Constataciones y consecuencias

La historia del monopolio chino de minerales raros no es solo un capítulo más en la geopolítica global, sino un espejo que refleja las fragilidades y desafíos de Chile y otros países productores. La dependencia tecnológica y la falta de capacidad industrial local limitan el desarrollo económico autónomo. Al mismo tiempo, la urgencia por diversificar fuentes y procesos choca con la necesidad de proteger ecosistemas y comunidades.

Este pulso global revela que la solución no será sencilla ni rápida. Requiere una estrategia integral que combine innovación tecnológica, inversión pública y privada, diálogo social y compromiso ambiental. Solo así Chile podrá transformar su riqueza mineral en un motor sostenible y justo, evitando repetir tragedias ajenas y construyendo un futuro con mayor autonomía y equidad.