
El domingo 29 de junio de 2025 se realizó en Chile la primera gran prueba electoral del año: las elecciones primarias presidenciales. En esta jornada, el voto fue voluntario, tal como confirmó el Servicio Electoral (Servel), una decisión que mantiene vigente el modelo instaurado desde 2012 y que, en esta ocasión, volvió a poner sobre la mesa la polémica sobre la participación ciudadana y la legitimidad de los procesos electorales.
El voto voluntario para las primarias presidenciales no es un hecho nuevo, pero su impacto siempre genera debate. El Servel informó que podían sufragar personas afiliadas a partidos políticos que participaban en la primaria, así como independientes sin militancia partidaria. En contraste, quienes pertenecían a partidos no inscritos en la primaria quedaron excluidos del proceso. Además, la logística incluyó facilidades como el uso de lápiz azul y la aceptación de cédulas de identidad vencidas en el último año, buscando mitigar barreras al voto.
Sin embargo, la participación registrada en esta elección fue considerablemente baja, con una abstención que superó el 70% en varias regiones, un fenómeno que no es exclusivo de este ciclo, pero que se ha profundizado en el último quinquenio. Esta realidad obliga a mirar con distancia el significado de la jornada electoral: ¿es una señal de desafección, de desencanto con los partidos tradicionales o un llamado a repensar el sistema?
Desde el oficialismo, se reconoce que la baja concurrencia es un desafío para la legitimidad de la candidatura oficialista que se definió. Un diputado de la coalición señaló que “la participación voluntaria refleja la madurez democrática, pero también nos debe impulsar a mejorar la conexión con la ciudadanía”. Por otro lado, desde la oposición y movimientos sociales, la abstención es interpretada como un síntoma de crisis política y falta de representatividad. Una activista social comentó que “el sistema de primarias voluntarias excluye a muchos y no refleja la voz real del país”.
Regiones como La Araucanía y el norte grande mostraron dinámicas distintas, con niveles de participación aún más bajos y un discurso de desconfianza hacia las instituciones electorales. Esto añade una dimensión territorial al análisis, donde las brechas sociales y culturales inciden en la relación con la política formal.
El tema del voto obligatorio reaparece con fuerza en este escenario. Algunos expertos en ciencias políticas consultados por medios nacionales plantean que reinstaurar la obligatoriedad podría aumentar la participación y fortalecer la democracia representativa. Otros advierten que la obligatoriedad sin mejoras en la calidad de la oferta política corre el riesgo de aumentar la apatía y el voto nulo.
Un académico de la Universidad de Chile resumió: “La obligatoriedad es solo una parte del problema. Necesitamos una reforma profunda que incluya educación cívica, transparencia y mecanismos de participación más inclusivos”.
A casi cinco meses de las elecciones primarias, es posible concluir que el modelo de voto voluntario sigue siendo un punto de tensión en el sistema político chileno. La baja participación evidencia una brecha entre las instituciones y una parte significativa de la ciudadanía, que no se siente convocada o representada por los procesos actuales.
Este fenómeno tiene consecuencias directas en la legitimidad de los candidatos y la confianza en las estructuras partidarias. Además, revela desafíos para la democracia chilena en términos de inclusión, representatividad y fortalecimiento del vínculo entre electores y representantes.
El debate sobre la obligatoriedad del voto, aunque vigente, debe ser entendido como parte de un espectro más amplio de reformas necesarias para revitalizar la participación política. La experiencia de junio 2025 no solo invita a reflexionar sobre el acto de votar, sino también sobre la calidad y el alcance de la democracia en Chile.
Fuentes consultadas incluyen informes oficiales del Servel, declaraciones políticas de parlamentarios, análisis académicos y voces ciudadanas recogidas en terreno durante y después de la jornada electoral.