
Desde junio de 2025, el conflicto entre Israel e Irán ha escalado más allá de lo estrictamente militar, revelando una compleja red de tensiones internas dentro de Irán y una estrategia israelí que busca desestabilizar al régimen desde adentro.El 13 de junio, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu lanzó un llamado público a los iraníes para que se alzaran contra el régimen islámico de Teherán, calificándolo de "asesino y débil" y asegurando que los ataques israelíes habían eliminado a altos mandos militares y científicos nucleares de Irán.
El gobierno israelí ha ejecutado una serie de ataques selectivos contra instalaciones nucleares y militares iraníes, buscando no solo debilitar la capacidad bélica de Irán, sino también fomentar un descontento interno que podría derivar en una crisis política. “Esta es su oportunidad de alzarse y hacer oír su voz”, dijo Netanyahu en su videomensaje. La estrategia ha generado un efecto dominó inesperado dentro de la sociedad iraní, donde diferentes sectores han comenzado a expresar críticas abiertas al régimen, un fenómeno poco común dada la histórica represión.
La respuesta iraní ha sido compleja y fragmentada. Por un lado, el liderazgo oficial ha reafirmado su resistencia y ha condenado los ataques como actos de agresión imperialista. Por otro, sectores civiles y algunos grupos disidentes han empezado a cuestionar la capacidad del régimen para proteger al país y garantizar estabilidad.Este malestar se ha traducido en protestas dispersas y un aumento en la circulación de información crítica en redes sociales, pese a la censura estatal. La tensión entre la necesidad de mantener la cohesión nacional y la creciente insatisfacción social configura un escenario interno volátil.
La comunidad internacional observa con cautela. Estados Unidos y varios países europeos han expresado su apoyo a Israel, mientras que actores regionales, como Arabia Saudita y Turquía, evalúan cómo posicionarse ante una posible reconfiguración del equilibrio de poder en Medio Oriente. Por su parte, China y Rusia han llamado a la moderación y al diálogo, preocupados por el riesgo de una escalada mayor.
Desde Tel Aviv, el gobierno sostiene que la operación militar es parte de un plan bien organizado para asegurar la supervivencia del Estado israelí ante una amenaza nuclear inminente. El portavoz militar Effie Defrin advirtió que "debemos prepararnos para una operación prolongada". Esta postura ha encontrado respaldo en sectores de la sociedad israelí, aunque también ha generado debates sobre los costos humanitarios y estratégicos de una confrontación extendida.
A seis meses del inicio de esta ofensiva, se puede concluir que el conflicto Israel-Irán ha trascendido el enfrentamiento bélico para convertirse en una batalla por la legitimidad interna y el control político dentro de Irán. La estrategia israelí de fomentar la rebelión interna ha tenido un impacto real, aunque aún incierto en su alcance y duración.El régimen iraní enfrenta una doble presión: la militar externa y la política interna, que lo obligan a replantear sus prioridades y tácticas. En el plano regional, la escalada ha revivido antiguos alineamientos y tensiones, complicando la estabilidad de Medio Oriente.
Este escenario invita a una reflexión profunda sobre las consecuencias de las estrategias militares que buscan influir en la política interna de un adversario, y sobre cómo las sociedades afectadas pueden responder ante crisis que combinan violencia y demandas ciudadanas. La historia reciente de Medio Oriente muestra que estas dinámicas suelen ser impredecibles y pueden tener repercusiones duraderas más allá del campo de batalla.
2025-10-20
2025-09-26