
Un fenómeno poco común en el mundo político actual se ha consolidado en Chile: mientras la desconfianza hacia el Congreso, los partidos políticos, el Gobierno y el sistema judicial se mantiene en niveles altos, el sistema electoral es percibido como confiable y legítimo. Según datos del Comparative National Elections Project y encuestas de LEAS-UAI, un 38% de los chilenos en 2021 consideró que las elecciones presidenciales fueron completamente libres e imparciales, cifra superior a la de países como Estados Unidos y Francia.
Este contraste plantea una pregunta fundamental: ¿qué sostiene esta confianza en un contexto generalizado de escepticismo institucional?
Desde la institucionalidad, la autonomía y profesionalismo del Servel (Servicio Electoral) se destacan como pilares clave. El organismo ha demostrado independencia, capacidad técnica y transparencia en la gestión de procesos auditables, adaptándose a reformas sin perder legitimidad. Esta fortaleza técnica es un ancla para la confianza ciudadana.
Pero la confianza no solo es institucional; también es emocional y política. Estudios como el publicado en Electoral Studies por Bernardo Mackenna y colaboradores muestran que la percepción de limpieza electoral está teñida por la afiliación política: quienes apoyan al ganador tienden a confiar más, mientras que quienes respaldan al perdedor suelen dudar, incluso sin evidencia de irregularidades. “La psicología del votante juega un rol central en la construcción de confianza o desconfianza,” destaca el análisis.
Este fenómeno tiene consecuencias prácticas. En escenarios internacionales, líderes derrotados han deslegitimado procesos electorales sin pruebas, sembrando dudas que erosionan la confianza pública y desestabilizan democracias, como ocurrió en Estados Unidos y Brasil.
En Chile, hasta ahora, no se han registrado ataques serios al Servel ni cuestionamientos masivos al sistema electoral. Sin embargo, el contexto político polarizado y la campaña electoral que se avecina constituyen un desafío latente. Las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias de 2025 serán una prueba decisiva para reafirmar la legitimidad del proceso.
Las voces ciudadanas y expertas convergen en un punto: preservar esta confianza requiere más que votar. Es imperativo que los actores políticos respeten las reglas del juego, acepten los resultados y eviten la instrumentalización de la desconfianza para fines partidistas.
Desde la sociedad civil, hay un llamado a fortalecer la cultura democrática y promover el pensamiento crítico para que la legitimidad electoral no sea un oasis vulnerable sino un cimiento sólido.
Conclusiones claras emergen de este análisis:
- Chile mantiene una confianza electoral inusual en la región y en el mundo, sustentada en instituciones autónomas y en la percepción ciudadana.
- Esta confianza está condicionada por factores emocionales y políticos que pueden fluctuar según el contexto y los actores involucrados.
- La estabilidad democrática chilena frente a la crisis de confianza global dependerá de la conducta responsable de sus líderes y del compromiso activo de la ciudadanía.
En un país marcado por la desconfianza, el sistema electoral chileno sigue siendo un espacio de certidumbre. La pregunta que queda en el aire es si esta fortaleza resistirá las tensiones de un ciclo electoral cada vez más polarizado y desafiante.
Fuentes: Comparative National Elections Project, LEAS-UAI, Electoral Studies, análisis de Ricardo González (director LEAS-UAI).
2025-11-01
2025-11-16
2025-11-15