
Una semana que desafió a Chile de norte a sur. Entre el 9 y 15 de junio de 2025, un sistema frontal frío trajo lluvias intensas y persistentes, desde la Región de Coquimbo hasta Magallanes, con precipitaciones que en algunos sectores superaron los 40 mm en pocos días y nevadas inéditas en la cordillera central y sur. Los informes oficiales de la Dirección Meteorológica de Chile (DMC) confirmaron que se registraron rachas de viento de hasta 90 km/h en zonas precordilleranas y acumulaciones de nieve de hasta 80 cm en sectores del centro norte.
El escenario fue el coliseo donde se enfrentaron la naturaleza y la sociedad chilena, con distintos actores en pugna.
Desde la perspectiva gubernamental, el Ministerio de Obras Públicas destacó la rápida activación de planes de emergencia y la coordinación con municipios para mitigar el impacto. Sin embargo, voces críticas del mundo académico y organizaciones sociales señalaron que la infraestructura sigue siendo vulnerable, especialmente en zonas rurales y periféricas, donde el acceso a servicios básicos se vio interrumpido durante días.
“Estos eventos no son aislados, sino parte de una nueva normalidad climática que exige una revisión profunda de nuestras políticas públicas”, sostuvo la climatóloga María Elena Rojas, de la Universidad de Chile.
En regiones como Biobío y Los Ríos, el temporal dejó a miles sin electricidad y aislados, evidenciando brechas históricas. Mientras en la capital y otras grandes ciudades, las lluvias provocaron inundaciones en sectores vulnerables, pero la reacción de emergencia fue más rápida, generando un contraste que puso en evidencia las desigualdades territoriales.
Por otro lado, sectores conservadores y empresariales enfatizaron que la economía no sufrió daños irreversibles y que la temporada de lluvias es fundamental para la agricultura y los recursos hídricos, aunque admitieron la necesidad de mejorar los sistemas de alerta temprana y mantenimiento de infraestructura.
“Es importante no caer en alarmismos, pero sí en la responsabilidad de adaptarnos y fortalecer nuestra resiliencia”, afirmó el presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), Andrés Fuentes.
La ciudadanía, entre la sorpresa y la resignación, vivió una semana de incertidumbre y solidaridad. En redes sociales y comunidades locales, se compartieron relatos de ayuda mutua, pero también críticas por la falta de información clara y oportuna.
Los pronósticos meteorológicos acertaron en la magnitud y extensión del fenómeno, pero la comunicación pública aún enfrenta desafíos para llegar a todos los sectores en tiempo real.
¿Qué lecciones quedan?
Primero, la evidencia confirma que los eventos extremos están aumentando en frecuencia e intensidad, como parte de un patrón vinculado al cambio climático global. Segundo, las respuestas institucionales deben ser más inclusivas y adaptadas a las realidades regionales, evitando que las brechas socioeconómicas se traduzcan en mayores riesgos para las comunidades más vulnerables.
Finalmente, el episodio dejó claro que la convivencia con la naturaleza en Chile requiere no solo tecnología y recursos, sino también un pacto social que integre la prevención, la equidad y el respeto por el medio ambiente.
Este análisis se basa en datos y reportes de la Dirección Meteorológica de Chile, testimonios recogidos en terreno, y estudios de expertos en cambio climático y gestión de riesgos, ofreciendo un panorama completo y reflexivo sobre un fenómeno que ya no sorprende, pero sí exige acción urgente.
2025-09-02