Condenas históricas contra el Tren de Aragua en Tarapacá: La justicia pone fin a años de terror y control criminal
Un golpe definitivo al crimen organizado en el norte de Chile. El 6 de junio de 2025, el Tribunal Oral en lo Penal de Iquique dictó condenas contra 12 integrantes de la célula del Tren de Aragua conocida como TDA1, que operaba desde Tarapacá. Este grupo criminal, liderado por Carlos Leandro González Vaca, alias Estrella, fue declarado responsable de una serie de delitos que van desde la trata de personas con fines de explotación sexual, tráfico ilícito de migrantes, secuestros calificados, hasta amenazas y robos con intimidación.
El tribunal estableció que la organización funcionaba como una asociación ilícita con estructura jerárquica y financiamiento mediante el cobro de “vacunas”, manteniendo un control territorial significativo en la frontera con Bolivia, con repercusiones en todo el país.
El desafío de entender el fenómeno desde múltiples miradas. Para las autoridades judiciales y fiscales, esta sentencia representa un hito: “Es la primera vez que se reconoce en una sentencia la existencia en el territorio nacional de esta célula tan brutal, denominada Tren de Aragua”, afirmó Trinidad Steinert, fiscal regional de Tarapacá.
Desde la perspectiva de la seguridad pública, esta resolución es un avance en la lucha contra el crimen transnacional, pero también evidencia la complejidad de desarticular redes con alcance y ramificaciones en distintos niveles sociales y geográficos.
Voces enfrentadas sobre las causas y consecuencias. Mientras el gobierno destaca la condena como un paso hacia la recuperación del orden y la seguridad en la frontera norte, organizaciones sociales y expertos en migración advierten que el fenómeno tiene raíces profundas en la vulnerabilidad socioeconómica y la falta de políticas integrales.
Para las víctimas y comunidades afectadas, la sentencia es un alivio, pero también un recordatorio doloroso de años de violencia y explotación. “Estas personas sufrieron secuestros, amenazas y explotación que dejaron cicatrices difíciles de sanar”, comenta una representante de una ONG local de derechos humanos.
El reparto de roles dentro de la organización. Además de Estrella, el tribunal condenó a figuras clave como Harol Rangel Villa, alias “Harol Petare”, y Hernán David Landaeta Garlotti, alias “Satanás”, señalado como el principal sicario. Otros miembros, entre ellos Karialex Clara González Marrero (“La Kari”) y Luisa Carolina Moreno Rodríguez (“La Tía”), fueron responsables de la gestión operativa de la trata de personas y la administración de fondos ilícitos.
Este entramado criminal evidenció un funcionamiento meticulosamente organizado, con divisiones claras de tareas y control territorial en puntos estratégicos para el tráfico de migrantes.
Lecciones y desafíos a futuro. La sentencia marca un precedente en la justicia chilena, pero también abre interrogantes sobre cómo evitar la reconfiguración de estas redes y atender las causas estructurales que las alimentan.
La experiencia del Tren de Aragua en Tarapacá revela la necesidad de un enfoque multidimensional que combine seguridad, justicia, políticas migratorias y desarrollo social para enfrentar un fenómeno que trasciende las fronteras nacionales.
En definitiva, la condena a esta célula criminal es un capítulo cerrado en términos judiciales, pero la historia del crimen organizado en la frontera norte está lejos de concluir. La sociedad chilena observa, expectante, cómo se enfrentarán las próximas batallas en este conflicto que mezcla violencia, vulnerabilidad y poder.