
Israel ha reconocido públicamente que ha estado suministrando armas a clanes palestinos en Gaza que se oponen a Hamás, una revelación que ha puesto en el centro del debate la estrategia de seguridad del primer ministro Benjamín Netanyahu y las posibles repercusiones para la región.El 6 de junio de 2025, Netanyahu confirmó que Israel armó a las llamadas "Fuerzas Populares", un grupo que opera en el sur de Gaza y que ha sido acusado por diversas fuentes de saquear ayuda humanitaria destinada a la población civil. Este grupo, liderado por Yasser Abu Shabab, ha sido presentado por el gobierno israelí como una fuerza de oposición a Hamás, pero también ha sido caracterizado por críticos como una milicia o banda criminal.
Desde el inicio, esta decisión ha generado una división profunda entre actores políticos y sociales dentro de Israel y Palestina, así como en la comunidad internacional. Avigdor Lieberman, líder opositor israelí, denunció que Netanyahu estaría armando a criminales vinculados incluso con el Estado Islámico, acusación que el primer ministro no ha desmentido formalmente. Por su parte, Yasser Abu Shabab negó categóricamente haber recibido armas israelíes, defendiendo que sus recursos provienen del apoyo popular y que su lucha es contra la corrupción y el saqueo.
La estrategia israelí responde a un cálculo táctico: "¿Qué hay de malo en esto? Solo salva la vida de soldados israelíes", afirmó Netanyahu en sus redes sociales. Sin embargo, esta maniobra ha sido calificada por críticos como una "bomba de relojería" que podría desestabilizar aún más Gaza y erosionar la seguridad regional. Yair Golan, líder de los demócratas en la Knesset, advirtió que en lugar de buscar acuerdos y proteger a los ciudadanos, el gobierno está fomentando nuevos focos de violencia.
Desde Gaza, Hamás ha reaccionado con hostilidad hacia las milicias armadas por Israel, iniciando una campaña para eliminar a miembros de Abu Shabab, acusados de generar caos y cortar rutas de ayuda humanitaria. Esta dinámica ha intensificado la fragmentación interna en la Franja, complicando aún más la situación humanitaria y política.
La comunidad internacional observa con preocupación esta escalada indirecta. La entrega de armas a grupos no estatales dentro de territorios en conflicto es una práctica que históricamente ha tenido resultados imprevisibles y, en ocasiones, contraproducentes.
En perspectiva, esta revelación pone en evidencia un patrón recurrente en la política israelí: el uso de actores locales para debilitar a un enemigo común, en este caso Hamás, que a la vez perpetúa ciclos de violencia y fragmentación. La estrategia puede ofrecer beneficios tácticos a corto plazo, pero también abre interrogantes sobre la sostenibilidad de la seguridad y la estabilidad en Gaza y sus alrededores.
En conclusión, la admisión israelí de armar a clanes palestinos enfrenta a defensores que la ven como un necesario mal menor para proteger vidas israelíes, y a detractores que alertan sobre la creación de un escenario aún más volátil y peligroso. La tragedia, como en un coliseo, se despliega ante los ojos de una región atrapada entre la lucha por la supervivencia y las consecuencias de decisiones que pueden marcar una nueva era de conflicto.
Fuentes: BBC News Mundo, The Times of Israel, Al Ajbar, declaraciones oficiales del gobierno israelí y testimonios de actores en Gaza.
2025-11-05