Elecciones primarias en Chile: La designación de vocales de mesa y su impacto en la participación ciudadana

Un desafío cívico que trasciende la jornada electoral. El pasado 7 de junio, el Servicio Electoral (Servel) publicó la lista definitiva de los 110 mil ciudadanos designados para cumplir como vocales de mesa en las elecciones primarias del 29 de junio, un proceso que definió al candidato único del oficialismo para la presidencial de noviembre de 2025. La designación de vocales de mesa es una obligación legal que implica abrir los locales de votación, asistir a los electores, recibir sufragios y custodiar las urnas. Sin embargo, a casi cinco meses de este proceso, el análisis de su desarrollo revela tensiones y consecuencias que van más allá del acto electoral mismo.

Voces en pugna: entre la responsabilidad cívica y la resistencia

Desde el oficialismo, la presidenta de Servel, Pamela Figueroa, defendió la designación como un mecanismo indispensable para garantizar la integridad y fluidez del proceso electoral. 'La participación activa de estos ciudadanos asegura un proceso transparente y confiable', afirmó, destacando la rigurosidad del sistema para informar a los designados y facilitar la excusa en caso de impedimentos.

No obstante, en sectores de la oposición y movimientos sociales, la medida ha sido objeto de críticas. Algunos argumentan que la obligatoriedad para los vocales, en un contexto de baja confianza política y creciente apatía electoral, puede generar descontento y afectar la legitimidad del proceso. 'Imponer multas que superan los 500 mil pesos a quienes no puedan cumplir con esta labor es una medida desproporcionada y poco sensible a las realidades sociales,' señaló un representante de una organización ciudadana.

El impacto regional y social: desigualdades y desafíos logísticos

En regiones con menor acceso a recursos y mayores índices de vulnerabilidad, la designación de vocales ha enfrentado obstáculos prácticos. La falta de transporte, incompatibilidades laborales y situaciones familiares complejas han complicado el cumplimiento de la función. Se registraron casos donde la ausencia de vocales obligó a reorganizar mesas y retrasar la apertura de locales.

Además, la distribución de vocales ha reflejado desigualdades históricas, con una sobrerrepresentación en zonas urbanas y una escasa participación en comunidades rurales y pueblos originarios, lo que ha abierto un debate sobre la representatividad y la inclusión en los procesos electorales.

La obligatoriedad del voto y la participación ciudadana: una tensión vigente

Este proceso también ha puesto en el centro la discusión sobre la obligatoriedad del voto. Mientras el sufragio en estas primarias no fue obligatorio para los inscritos, la función de vocal sí lo fue para quienes fueron designados, generando un escenario contradictorio.

Expertos en ciencias políticas consultados por medios nacionales destacan que esta dualidad refleja un modelo electoral en transición, donde se busca equilibrar la libertad individual con la necesidad de asegurar la participación y la legitimidad democrática. 'La clave está en fortalecer la educación cívica y crear incentivos positivos más que sanciones,' comentó una académica especializada en procesos electorales.

Constataciones y consecuencias

A la luz de los hechos, se puede concluir que la designación de vocales de mesa es un pilar fundamental para el funcionamiento electoral, pero también un punto de tensión que expone desafíos sociales, políticos y logísticos. La imposición de multas altas, aunque efectiva para garantizar cumplimiento, puede profundizar la desafección ciudadana si no se acompaña de medidas que reconozcan las dificultades reales de los ciudadanos.

Asimismo, la experiencia de estas primarias invita a reflexionar sobre la necesidad de un sistema más inclusivo y adaptado a las diversidades regionales y sociales de Chile. La participación ciudadana, en todas sus formas, sigue siendo el mayor desafío para consolidar una democracia robusta y legítima en el país.

Este episodio electoral, entonces, no solo definió candidaturas, sino que también iluminó las grietas y oportunidades del sistema democrático chileno, llamando a un debate profundo y plural sobre cómo construir puentes entre la obligación cívica y la realidad social.