Chile frente a la inevitabilidad sísmica: ¿Estamos realmente preparados?: Un examen a seis meses del último gran temblor
A seis meses del temblor que sacudió con fuerza la zona centro-sur del país en mayo de 2025, la pregunta que resuena en múltiples ámbitos es: ¿qué tan preparados estamos realmente para enfrentar un evento sísmico de gran magnitud?
El sismo de magnitud 7.8 registrado el 15 de mayo a 45 km de profundidad y con epicentro en la Región del Biobío activó no solo las alarmas físicas, sino también las sociales y políticas. En un país acostumbrado a convivir con la amenaza constante de la naturaleza, la experiencia reciente ha evidenciado tanto avances como falencias profundas.
Múltiples miradas sobre la preparación sísmica
Desde el gobierno, el Ministerio del Interior y Seguridad Pública ha resaltado la rapidez en la respuesta de los organismos de emergencia, destacando la coordinación entre Senapred, ONEMI y las fuerzas armadas. "La activación inmediata de los protocolos permitió mitigar daños mayores y salvaguardar vidas", afirmó el subsecretario de Gestión del Riesgo.
Sin embargo, organizaciones sociales y expertos en gestión de riesgo advierten que la respuesta efectiva en emergencia no es suficiente. La académica de la Universidad de Chile, Carla Rojas, señala que "la resiliencia real se construye en la prevención y la cultura ciudadana, donde aún existen déficits evidentes". En particular, llama la atención la falta de simulacros regulares en zonas rurales y la insuficiente actualización de infraestructuras escolares y hospitalarias.
Por otro lado, comunidades indígenas del Biobío y La Araucanía han expresado su preocupación por un enfoque oficial que no incorpora sus saberes ancestrales sobre la tierra y los movimientos telúricos. Para ellos, la preparación debe incluir el diálogo intercultural que permita una gestión del riesgo más inclusiva y efectiva.
La brecha entre protocolos y realidad cotidiana
A nivel ciudadano, encuestas recientes revelan que más del 40% de los hogares no cuenta con un plan familiar de emergencia ni un kit básico de supervivencia. Esta cifra contrasta con la insistencia gubernamental en la educación preventiva.
El último sismo dejó en evidencia además la vulnerabilidad de barrios periféricos en grandes ciudades como Concepción y Temuco, donde las construcciones informales y la falta de servicios básicos complican la evacuación y respuesta. En estos sectores, la ayuda tardó horas en llegar, alimentando la sensación de abandono y desconfianza hacia las autoridades.
Consecuencias y aprendizajes visibles
A partir de esta experiencia, se han impulsado reformas legislativas para endurecer las normas de construcción antisísmica y ampliar la cobertura de simulacros obligatorios en todo el país. No obstante, expertos advierten que la ley por sí sola no resolverá el problema si no va acompañada de recursos y fiscalización efectiva.
En definitiva, el temblor de mayo 2025 ha dejado una enseñanza clara: la preparación sísmica en Chile es un desafío multidimensional que exige compromiso político, social y cultural. La tragedia que pudo haber sido mayor se transformó en un llamado urgente a cerrar brechas, fortalecer la prevención y construir una cultura de riesgo que no solo dependa del Estado, sino que involucre a cada comunidad y ciudadano.
El coliseo de la naturaleza sigue activo; el desafío es que el país no repita la tragedia sino que aprenda de ella, con todas sus contradicciones y tensiones a la vista.
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Fuentes consultadas: Ministerio del Interior y Seguridad Pública, Universidad de Chile (Facultad de Ciencias Sociales), ONEMI, organizaciones indígenas del Biobío y La Araucanía, encuestas de percepción ciudadana 2025.