
El 4 de junio de 2025, Estados Unidos dio un paso decisivo al formalizar un aumento de aranceles al acero y aluminio, elevando la tasa del 25% al 50% en una orden ejecutiva firmada por el presidente Donald Trump. Esta medida, que se aplicó de inmediato, no solo ha sacudido a los mercados internacionales, sino que ha tensado las relaciones comerciales con múltiples socios, entre ellos Chile, uno de los principales exportadores de cobre y materiales metálicos en la región.
La escalada comenzó semanas antes, con anuncios y advertencias que anticipaban un endurecimiento en la política tarifaria estadounidense. El gobierno de Trump argumenta que el aumento busca proteger la industria nacional del acero y aluminio, sectores considerados estratégicos para la seguridad y la economía interna. 'Con un 25% todavía pueden saltar la valla; con un 50% ya no podrán hacerlo', afirmó Trump en un discurso en una planta siderúrgica en Pensilvania.
Sin embargo, esta decisión no está exenta de controversia. Una corte federal había cuestionado anteriormente la legalidad de ciertos aranceles impuestos bajo una ley de emergencia, aunque los gravámenes al acero y aluminio se mantienen vigentes bajo otra autoridad legal.
Desde el ala proteccionista estadounidense, el aumento es visto como una defensa necesaria frente a la competencia desleal y las prácticas comerciales agresivas de otros países. Para los trabajadores y empresas del sector metalúrgico nacional, representa un respiro y una garantía de mantenimiento de empleos.
En contraste, múltiples actores internacionales y sectores económicos advierten sobre los riesgos de esta medida. Para Chile, que exporta insumos metálicos y productos relacionados, el aumento de aranceles implica un encarecimiento de sus bienes en el mercado estadounidense, afectando la competitividad y generando incertidumbre en las cadenas de suministro.
“Este tipo de barreras comerciales puede desencadenar represalias y una escalada que perjudica a todos”, señaló un representante del sector exportador chileno bajo condición de anonimato.
Además, voces dentro de Estados Unidos, como la del empresario Elon Musk, han criticado duramente otras políticas económicas del gobierno, calificándolas de desequilibradas y contraproducentes, lo que refleja divisiones internas sobre la dirección económica del país.
El aumento de aranceles ha provocado caídas en las acciones de empresas vinculadas a la manufactura y el comercio internacional. En América Latina, los gobiernos han expresado preocupación y han buscado canales diplomáticos para mitigar el impacto.
Chile, con una economía fuertemente ligada a la exportación de materias primas, enfrenta ahora el desafío de diversificar mercados y fortalecer acuerdos comerciales para no depender de un solo socio. Este episodio ha reavivado el debate sobre la necesidad de políticas económicas más resilientes y adaptativas a un contexto global volátil.
La formalización del aumento de aranceles al 50% marca un punto de inflexión en la política comercial estadounidense, evidenciando una apuesta clara por el proteccionismo en sectores clave. Esta decisión ha expuesto las tensiones inherentes entre la defensa de la industria nacional y la integración global.
Para Chile y otros países exportadores, la medida representa una llamada de atención para revisar estrategias comerciales y políticas internas que permitan enfrentar mejor los vaivenes del comercio internacional.
Finalmente, la historia no termina aquí: la respuesta de los socios comerciales y la evolución de las negociaciones determinarán si este pulso se convierte en una guerra comercial prolongada o en un ajuste temporal en las reglas del juego global.
2025-11-12
2025-11-12