Deudas en Chile: Entre alivios fiscales y persistentes desafíos sociales

Un país en tensión con sus deudas. Así se puede resumir el escenario que Chile enfrenta en 2025, donde la deuda se manifiesta en múltiples dimensiones: desde los hogares hasta el Congreso, pasando por las pequeñas y medianas empresas y el Estado mismo. Según el Informe de Estabilidad Financiera del Banco Central, el porcentaje de hogares sin deudas creció del 33,6% en 2017 a un 48,6% en 2024, un dato que podría interpretarse como un respiro para las finanzas familiares en un contexto económico marcado por la inflación y la incertidumbre. Sin embargo, esta aparente mejora convive con la persistencia de una proporción significativa de la población que mantiene morosidades, con una mora promedio que supera los dos millones de pesos, según el último Informe de Deuda Morosa elaborado por la Universidad San Sebastián y Equifax.

En el otro extremo, la esfera política exhibe una problemática singular. Una investigación periodística reveló que 18 parlamentarios, que van desde comunistas a republicanos, mantienen deudas por uso de TAG de autopistas que superan los 500 mil pesos, con casos extremos que alcanzan los 21 millones de pesos en deuda acumulada. Esta situación ha generado un debate sobre la responsabilidad pública, la gestión de recursos y la transparencia en el Congreso. Algunos parlamentarios atribuyen estas deudas a desconocimiento o al uso de vehículos por terceros, mientras que otros han procedido a regularizar sus obligaciones tras ser contactados.

En el ámbito tributario, el Gobierno ha desplegado una serie de medidas para aliviar las cargas de contribuyentes y empresas. La Tesorería General de la República proyecta que cerca de un millón de personas naturales y jurídicas podrían beneficiarse de una nueva ventana para la condonación del 100% de multas e intereses al suscribir convenios de pago, con plazos que se extienden hasta marzo de 2025. Paralelamente, micro, pequeñas y medianas empresas pueden acceder a convenios especiales con facilidades como cuotas sin intereses y multas, y pies mínimos. Estas iniciativas buscan mitigar el impacto de deudas tributarias acumuladas, especialmente tras la pandemia y las crisis sociales.

Sin embargo, los desafíos no se limitan al ámbito fiscal. En el sector educativo y social, persisten deudas históricas que afectan la calidad de vida y el desarrollo social. Por ejemplo, la deuda histórica con los profesores sigue siendo un tema pendiente, a pesar de acuerdos parciales alcanzados. En educación parvularia, la falta de estándares claros y consensuados para la formación docente pone en evidencia un déficit estructural que podría tener consecuencias a largo plazo.

Desde la perspectiva ciudadana, estas múltiples aristas de la deuda generan una sensación de disonancia cognitiva: mientras algunos sectores muestran avances en reducción de endeudamiento, otros enfrentan dificultades crecientes y la sensación de que las soluciones son parciales o insuficientes. La deuda, en sus diversas formas, se convierte en un espejo de las desigualdades y tensiones que atraviesan a la sociedad chilena.

Distintas miradas, un mismo problema
- Desde el Gobierno y autoridades fiscales, se enfatiza en la necesidad de políticas prudentes y responsables para evitar un aumento insostenible de la deuda pública, que ya bordea el 43% del PIB, y en la importancia de medidas de alivio para hogares y empresas.
- La sociedad civil y expertos en educación y trabajo destacan la urgencia de abordar las deudas sociales acumuladas, como la histórica con los profesores y la falta de recursos para educación parvularia.
- En el Congreso, la exposición pública de deudas personales de parlamentarios ha reavivado el debate sobre ética pública, transparencia y uso de recursos estatales.

Conclusiones y consecuencias visibles
La deuda en Chile no es un fenómeno unívoco ni estático, sino que se despliega en múltiples planos con impactos diferenciados. El aumento de hogares sin deudas refleja cambios positivos en la gestión financiera familiar, aunque la morosidad total aún afecta a más del 25% de la población adulta. Las medidas de condonación tributaria y previsional son pasos importantes, pero su éxito dependerá de la implementación efectiva y la capacidad de generar confianza en los contribuyentes.

Por otro lado, la persistencia de deudas en sectores públicos y privados, y la lentitud en la resolución de deudas sociales históricas, evidencian que el problema no es solo financiero, sino también institucional y cultural. La deuda se convierte así en un desafío estructural que exige no solo políticas económicas, sino también un compromiso ético y social amplio.

Chile enfrenta, por tanto, un momento de tensión entre la esperanza de alivio y la realidad de cargas persistentes. La gestión de estas deudas, con transparencia, equidad y responsabilidad, será determinante para la estabilidad social y económica del país en los próximos años.