
Un mensaje de esperanza en medio del estrépito bélico
El 28 de mayo de 2025, el Papa León XIV emitió un enérgico llamado a la paz, instando al fin de la guerra en Ucrania y al alto el fuego en Gaza. Desde la emblemática plaza de San Pedro, el pontífice no solo expresó su cercanía espiritual con las víctimas, sino que también denunció el sufrimiento de las familias y, en particular, de los niños atrapados en ambos conflictos.
'Aseguro mi cercanía y mi oración por todas las víctimas, especialmente por los niños y las familias. Renuevo enérgicamente mi llamamiento a detener la guerra y a apoyar todas las iniciativas en favor del diálogo y la paz.' Esta frase resume la urgencia que buscaba transmitir, un llamado que, a seis meses de distancia, resuena con ecos dispares en la arena internacional.
Perspectivas encontradas en un tablero global
Por un lado, sectores progresistas y organizaciones humanitarias han valorado el pronunciamiento como un gesto necesario que pone en el centro la dimensión humana y la urgencia de soluciones diplomáticas. En Chile, diversas ONGs vinculadas a derechos humanos han retomado el mensaje del Papa para reforzar campañas de sensibilización y presión política.
Sin embargo, voces conservadoras y actores geopolíticos alineados con alguna de las partes en conflicto han cuestionado la eficacia y el alcance de la exhortación papal. Argumentan que el llamado, aunque moralmente valioso, carece de mecanismos concretos para influir en las decisiones de los gobiernos involucrados, y que incluso puede ser interpretado como un gesto simbólico sin consecuencias prácticas.
En el contexto ucraniano, el gobierno ha reconocido la importancia del apoyo internacional para la paz, pero ha insistido en la necesidad de preservar su soberanía y seguridad, lo que limita su disposición a cesar hostilidades sin garantías claras. En Gaza, el llamado a liberar a los rehenes y respetar el derecho humanitario ha sido recibido con esperanza, aunque la situación sobre el terreno sigue siendo crítica y volátil.
Un llamado a la reflexión más allá del instante
A seis meses de la audiencia general donde el Papa León XIV lanzó su mensaje, los conflictos persisten y las heridas no han cicatrizado. Sin embargo, la importancia del pronunciamiento radica en su capacidad para mantener viva la conversación sobre la paz en escenarios donde la fatiga informativa suele apagar la atención pública.
Este episodio nos recuerda que la voz moral, aunque a veces distante de las decisiones políticas inmediatas, actúa como un contrapeso necesario en la narrativa global. La tragedia ajena —de niños desplazados, familias fragmentadas y comunidades devastadas— sigue siendo el telón de fondo sobre el cual se libran estas batallas de poder y resistencia.
La lección que queda es doble: primero, que la paz no se decreta con palabras, pero sin ellas es más difícil imaginarla; segundo, que la comprensión profunda de estos conflictos exige mirar más allá de titulares efímeros y discursos simbólicos, hacia las raíces complejas y las consecuencias humanas que permanecen cuando el ruido se apaga.
En definitiva, el llamado del Papa León XIV es un recordatorio persistente de la urgencia ética que enfrentamos como sociedad global, un desafío que Chile y el mundo aún deben asumir con mayor compromiso y claridad.