
En un país donde la Navidad se vive con intensidad y diversidad, la Caravana Navideña Coca Cola 2024 se ha consolidado como un evento que, más allá de su carácter comercial, ha logrado instalarse en el imaginario colectivo de miles de familias chilenas. Desde el 2 hasta el 21 de diciembre, esta caravana ha recorrido 13 comunas de Santiago y regiones, llevando con seis camiones iluminados y personajes icónicos como el Viejito Pascuero y sus ayudantes, un espectáculo que combina luces, música y tradición popular.
Sin embargo, a casi un mes de iniciado el recorrido, el fenómeno merece una mirada más profunda que la simple celebración inmediata. En primer lugar, la caravana representa un puente entre la tradición navideña y la cultura del espectáculo contemporáneo, donde lo audiovisual y lo experiencial se funden para generar un evento masivo, gratuito y familiar. Como señala el sociólogo cultural Rodrigo Méndez, 'la caravana es un ritual moderno que reconfigura la Navidad en clave urbana y consumista, pero también comunitaria y festiva' (Universidad de Chile, estudio 2025).
Desde la perspectiva regional, la inclusión de comunas fuera del Gran Santiago ha sido celebrada por autoridades locales y organizaciones comunitarias, que valoran la llegada de un evento de esta magnitud a territorios que habitualmente quedan fuera de grandes producciones culturales. La alcaldesa de Maipú, Ana Torres, destacó que 'la caravana democratiza el acceso a la cultura y la alegría navideña, especialmente para familias que no pueden desplazarse a eventos privados o comerciales' (Radio Cooperativa, 2025-12-15).
No obstante, no todo es celebración. Diversos colectivos ambientalistas han cuestionado el impacto ecológico de la caravana, señalando el consumo energético de los seis camiones iluminados y el traslado masivo de vehículos y personas. La ONG Verde Vivo emitió un comunicado donde advierte que 'eventos como este deben replantear sus formatos para reducir su huella de carbono y promover la sustentabilidad, especialmente en fechas de alta contaminación atmosférica en Santiago' (Verde Vivo, 2025-12-10).
En el plano social, también existen críticas sobre la mercantilización de la Navidad y el rol de las grandes corporaciones en la construcción de imaginarios festivos. Algunos sectores de la sociedad civil argumentan que la caravana, aunque gratuita, funciona como una estrategia de marketing que refuerza el consumo y la dependencia de marcas globales, desplazando las tradiciones más locales o familiares. Por ejemplo, el colectivo cultural Barrio Vivo señaló que 'la Navidad debería ser un espacio de encuentro comunitario autónomo, no un espectáculo impuesto desde afuera' (El Mercurio, 2025-12-12).
Sin embargo, los testimonios de las familias asistentes revelan una experiencia que trasciende el debate. Para muchos niños y niñas, la caravana es un momento mágico, una pausa en la rutina y una oportunidad para compartir con sus seres queridos. La profesora María González, que acompaña a sus alumnos en una visita a la caravana en La Florida, comenta que 'es un espacio donde la alegría y la ilusión se contagian, y donde la ciudad se siente un poco más cercana y humana' (Entrevista, 2025-12-18).
Con el cierre previsto en Maipú con un espectáculo de drones en el Templo Votivo, la Caravana Navideña Coca Cola 2024 deja un legado complejo: por un lado, la consolidación de un evento masivo que articula tradición, espectáculo y comunidad; por otro, una invitación a reflexionar sobre el consumo cultural, el impacto ambiental y las formas en que las grandes marcas se insertan en las festividades populares.
En definitiva, la caravana es un espejo donde se reflejan las tensiones y contradicciones de la sociedad chilena contemporánea: entre lo local y lo global, lo comercial y lo comunitario, la alegría y la crítica. Y como todo gran espectáculo, invita a sus espectadores a ser parte activa del debate, no solo aplaudir desde la grada.
Fuentes consultadas: Radio Cooperativa, El Mercurio, ONG Verde Vivo, Universidad de Chile (estudio sociocultural 2025).