
Cinco meses después del inicio de la escalada bélica en la Franja de Gaza, la ofensiva israelí ha entrado en una fase de expansión y replanteamiento estratégico que ha reconfigurado el escenario regional y humanitario. El 5 de mayo, el gabinete de seguridad de Israel aprobó la intensificación de las operaciones militares con el objetivo explícito de "conquistar Gaza y retener los territorios", según el plan presentado por el jefe de las Fuerzas de Defensa, Eyal Zamir.
Este plan no solo contempla la ampliación de los ataques, sino también un controvertido esquema para el desplazamiento masivo de la población gazatí hacia el sur, buscando reducir la capacidad de Hamas para controlar la ayuda humanitaria. Dos meses de bloqueo total han dejado a Gaza al borde del colapso humanitario, con al menos 32 muertos confirmados en las últimas 24 horas tras los ataques.
En el interior del gabinete israelí, las posturas no son homogéneas. Mientras la mayoría respalda la ofensiva y el controvertido plan migratorio, el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, se ha desmarcado de esta línea, según reportes de medios israelíes y Bloomberg. Por su parte, el ministro de Comunicaciones, Shlomo Karhi, celebró el plan como un "paso valiente hacia la victoria absoluta", aunque reconoció que la solución definitiva pasa por el desplazamiento forzado de la población, un punto que genera tensiones políticas y éticas profundas.
Desde Gaza, las voces son de desesperación y denuncia. Organizaciones internacionales, incluida la Cruz Roja, advierten que las operaciones humanitarias están "al borde del colapso". La población civil, atrapada entre el fuego cruzado y el bloqueo, sufre las consecuencias directas de una estrategia que prioriza objetivos militares sobre la protección de derechos humanos básicos.
En la región, países vecinos y actores internacionales observan con preocupación la escalada, temiendo una ampliación del conflicto. La amenaza de Netanyahu a Irán y a los hutíes tras ataques cercanos al aeropuerto principal de Israel añade una capa más de complejidad y riesgo a la estabilidad regional.
La ruptura unilateral del alto el fuego en marzo y la reactivación de la ofensiva han profundizado una crisis humanitaria que ya mostraba signos de deterioro. La decisión de permitir que empresas privadas no israelíes gestionen la ayuda humanitaria, aunque supeditada a la aprobación israelí, refleja la dificultad del gobierno para encontrar una salida que combine seguridad y asistencia efectiva.
Este episodio revela un conflicto que no solo se juega en el terreno militar, sino también en la arena política y humanitaria, donde las decisiones generan fracturas internas y tensiones internacionales. La complejidad del caso invita a una reflexión profunda sobre los límites de la guerra, la responsabilidad internacional y la urgencia de soluciones que consideren los derechos y la dignidad de la población civil.
En definitiva, esta etapa del conflicto en Gaza es un recordatorio de que las guerras modernas no solo se libran con armas, sino con narrativas, decisiones políticas y consecuencias humanas que tardan en sanar y que exigen comprensión más allá de la inmediatez de los titulares.
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Fuentes: La Tercera (2025-05-05), Bloomberg, Cruz Roja Internacional, reportes oficiales del gobierno israelí.