Estados Unidos bajo Trump en 2025: un giro abrupto que redefine el orden mundial: tensiones, rupturas y desafíos sin resolver tras 100 días de cambios radicales

Un cambio de rumbo sin precedentes

El 20 de enero de 2025, Donald Trump asumió por segunda vez la presidencia de Estados Unidos, marcando el inicio de una serie de decisiones que han trastocado los fundamentos de la política internacional contemporánea. En apenas 100 días, la administración Trump ha puesto en jaque alianzas centenarias y ha reconfigurado la relación de su país con el mundo, generando un escenario de incertidumbre y tensión global.

Desde el primer día, Trump evidenció un plan claro y ejecutado con rapidez: más de 137 órdenes ejecutivas en tres meses que incluyen la salida de Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud, el Acuerdo de París y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Estas medidas no solo simbolizan un alejamiento de compromisos multilaterales, sino que también han dejado al descubierto una visión de política exterior basada en el unilateralismo y el proteccionismo.

El 2 de abril, en el llamado Liberation Day, anunció una inédita alza de aranceles a nivel mundial que afectó a más de 180 países. Esta decisión, que busca proteger la industria nacional, ha provocado represalias comerciales y una guerra arancelaria que amenaza con desacelerar la economía global. El Fondo Monetario Internacional ya ha revisado a la baja las proyecciones de crecimiento para 2025, reflejando la preocupación internacional.

Perspectivas encontradas: un país dividido y un mundo en alerta

Desde la derecha conservadora estadounidense, la estrategia de Trump es vista como un retorno necesario a la soberanía nacional y una corrección frente a décadas de lo que consideran un exceso de compromisos internacionales que han perjudicado la economía y la seguridad de Estados Unidos. “Estamos recuperando el control de nuestras fronteras y nuestra economía”, afirmó un asesor cercano a la Casa Blanca en un reciente reportaje de The Washington Post.

Por otro lado, sectores liberales y progresistas critican la gestión como un retroceso peligroso que aísla a Estados Unidos y debilita su liderazgo global. “Estas políticas erosionan la cooperación internacional y ponen en riesgo la estabilidad que hemos construido desde la Segunda Guerra Mundial”, advirtió un analista del Council on Foreign Relations.

En América Latina, la reacción es igualmente ambivalente. Algunos gobiernos ven en el giro estadounidense una oportunidad para renegociar relaciones bilaterales, mientras que otros temen un aumento de la presión migratoria y comercial. En Chile, expertos en política internacional señalan que el país debe prepararse para un entorno más volátil y menos predecible, donde la diplomacia tradicional podría perder terreno ante decisiones abruptas.

El costo interno: promesas incumplidas y desafíos económicos

En el plano doméstico, la promesa de Trump de combatir la inflación y revitalizar la industria estadounidense enfrenta obstáculos. Los indicadores económicos muestran que la inflación no cede y que el empleo no ha crecido al ritmo esperado. Además, la escalada de tensiones con China, lejos de abrir espacio a negociaciones, ha endurecido el discurso de Beijing, complicando aún más el panorama.

La política hacia Ucrania también ha sido motivo de controversia. El acercamiento inicial con Vladimir Putin no logró avances significativos y terminó endureciendo la posición rusa, lo que llevó a Washington a amenazar con retirarse de la mediación en el conflicto.

Conclusiones: un mundo que no volverá a ser igual

Después de estos primeros 100 días, es claro que Estados Unidos ha emprendido un camino que rompe con la continuidad del orden mundial establecido. Las decisiones tomadas han generado rupturas profundas en alianzas tradicionales, tensiones comerciales globales y desafíos internos que aún no encuentran respuesta.

Lo que está en juego es más que una política de gobierno: es la redefinición del rol estadounidense en el siglo XXI y el impacto que esto tendrá en la arquitectura internacional, la economía global y la estabilidad regional.

Para Chile y el resto del mundo, el desafío será adaptarse a esta nueva realidad, entendiendo que la incertidumbre y la volatilidad serán la norma más que la excepción en los próximos años.