
Chile se viste de otoño y sus parques nacionales revelan una paleta de colores que cautiva, pero también enfrenta desafíos que trascienden la belleza efímera. Desde el altiplano de Arica y Parinacota hasta los bosques milenarios de la Carretera Austral, cinco reservas naturales emblemáticas se encuentran en el centro de un debate que combina conservación, desarrollo turístico y la presión de un clima que no perdona.En mayo de 2025, expertos coincidieron en que las temperaturas otoñales ofrecen un escenario ideal para el turismo, pero también evidencian la fragilidad de ecosistemas que están cambiando aceleradamente.
En la Región de la Araucanía, el Parque Nacional Huerquehue despliega sus araucarias milenarias y lagunas cristalinas teñidas de rojos y ocres. Sin embargo, comunidades mapuche y ambientalistas alertan sobre el aumento de visitantes sin planes claros de manejo que respeten la cultura local y la biodiversidad. 'El parque es un patrimonio ancestral que no puede ser reducido a un producto turístico', advierte la machi Rosa Cayuqueo, mientras que autoridades regionales destacan el potencial económico para Pucón y alrededores.
Más al sur, en la Carretera Austral, el Parque Nacional Queulat exhibe su famoso ventisquero colgante, pero también sufre la consecuencia de un clima más cálido que amenaza la estabilidad de sus bosques siempreverdes y turberas. Investigadores del Instituto de Ecología y Biodiversidad han documentado una reducción en la masa glaciar que impacta el ciclo hídrico y la fauna local.Entre 2020 y 2025, el ventisquero ha retrocedido en promedio 15 metros por año. Mientras tanto, operadores turísticos insisten en la necesidad de mantener abiertas las rutas para sostener la economía local.
El Parque Nacional Lauca, en Arica y Parinacota, es un oasis de biodiversidad altiplánica, con sus lagunas y bofedales que albergan especies únicas. Las comunidades aimaras, guardianas ancestrales del territorio, han expresado preocupación por la expansión del turismo sin consulta previa ni planes de mitigación ambiental. Por otro lado, la Corporación Nacional Forestal (Conaf) destaca que el otoño es la estación con menor presión humana, lo que permite una recuperación parcial del ecosistema.
En la Región de Valparaíso, el Parque Nacional La Campana se presenta como un refugio para la palma chilena, especie emblemática y en peligro. Sin embargo, la creciente urbanización y la falta de recursos para el manejo del parque generan tensiones entre conservacionistas y autoridades locales. 'La Campana es un pulmón verde que necesita protección urgente', señala el biólogo Francisco Reyes, mientras que algunos municipios ven en el turismo una oportunidad para dinamizar la economía.
Finalmente, el Parque Nacional Villarrica, con sus volcanes y bosques otoñales, es un escenario donde convergen intereses turísticos, científicos y comunitarios. El volcán activo y los senderos son un atractivo, pero también un riesgo latente. El Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) ha reforzado las alertas ante incrementos en la actividad volcánica, lo que ha llevado a restricciones temporales que afectan a operadores turísticos y visitantes.En septiembre de 2025, se registraron tres alertas amarillas que obligaron a cerrar senderos por semanas.
Lo que estos cinco parques nacionales evidencian es un Chile que enfrenta la paradoja de proteger sus tesoros naturales mientras busca aprovecharlos para el desarrollo. La estación otoñal, con su clima amable y paisajes de ensueño, ofrece una ventana de oportunidad para el turismo sostenible, pero también expone las debilidades en políticas de conservación, participación comunitaria y adaptación al cambio climático.
Según el último informe del Ministerio del Medio Ambiente, sin un plan integral que incluya a comunidades indígenas, científicos y gestores turísticos, la riqueza natural de estos parques corre el riesgo de perderse en unas pocas décadas.
Este escenario invita a la reflexión profunda sobre qué Chile queremos dejar a las futuras generaciones: un país que solo admire sus paisajes desde lejos o uno que los cuide con responsabilidad y respeto, aún cuando el otoño pinte sus hojas de rojo y oro, recordándonos la fugacidad de la vida y la necesidad de actuar ahora.