México inicia transición a la semana laboral de 40 horas: un cambio gradual que desafía paradigmas

México inicia transición a la semana laboral de 40 horas: un cambio gradual que desafía paradigmas
Economía
Trabajo y Empleo
2025-11-28
Fuentes
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Reducción progresiva de jornada laboral, diálogo entre actores sociales y retos para la productividad y bienestar conforman este escenario laboral en México.

En mayo de 2025, México dio un paso histórico al anunciar la instauración paulatina de la semana laboral de 40 horas, un cambio que se proyecta culminar a más tardar en enero de 2030. Esta medida, impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum y el secretario de Trabajo Marath Bolaños, busca responder a una demanda histórica en un país que, según la OCDE, registra una de las jornadas laborales más extensas del mundo, con 2.124 horas anuales trabajadas.

La propuesta no es un simple recorte de horas, sino un proceso de diálogo multipartito que involucra a empresarios, sindicatos, trabajadores y académicos. Como señaló Sheinbaum, 'no se puede aplicar de un día para otro, pero lo importante es cómo lo vamos a hacer y que sea por consenso'. Este consenso es clave para sortear tensiones entre quienes ven en la reducción una oportunidad para mejorar calidad de vida y quienes temen impactos negativos en la productividad o la economía.

Desde una perspectiva laboral progresista, la medida representa un avance hacia el equilibrio entre trabajo y vida personal, con el potencial de devolver a los trabajadores hasta ocho horas semanales para su desarrollo personal y familiar. El secretario Bolaños enfatizó que 'reducir las horas de trabajo no disminuye la productividad ni reduce el valor generado', apoyándose en estudios científicos y experiencias internacionales.

Sin embargo, la iniciativa no está exenta de críticas. Sectores empresariales y economistas conservadores advierten sobre riesgos de aumento en costos laborales y posibles efectos adversos en la competitividad, especialmente en sectores informales o de baja productividad. En regiones con economías más vulnerables, la transición podría profundizar desigualdades si no se acompaña de políticas complementarias.

En el plano social, la medida ha generado un debate sobre el modelo de desarrollo y la centralidad del trabajo en la vida ciudadana. Algunos trabajadores expresan esperanza en mayor tiempo libre y mejor calidad de vida, mientras otros temen precarización o presiones para mantener niveles productivos con menos horas.

Históricamente, México ha mantenido jornadas laborales extensas en comparación con sus pares latinoamericanos y de la OCDE. La reforma, por tanto, no solo es una política laboral sino un desafío cultural y estructural que busca reconfigurar la relación entre trabajo, bienestar y desarrollo económico.

El proceso de implementación incluirá mesas de trabajo y foros nacionales durante 2025, en los que se buscará construir un modelo adaptado a las realidades locales y sectoriales.

En definitiva, la transición hacia una semana laboral de 40 horas en México es una apuesta por un cambio profundo que enfrenta tensiones entre productividad, justicia social y bienestar. La experiencia mexicana será un referente para la región, mostrando que la reducción de horas puede ser posible, pero solo si se navegan con habilidad las complejas aguas del diálogo social y las diferencias estructurales.

Esta historia está lejos de cerrarse: sus consecuencias reales y aprendizajes se irán revelando en los próximos años, a medida que se despliegue la reforma y se enfrenten sus desafíos concretos.