Codelco y SQM sellan un acuerdo histórico para el litio: Un pacto que redefine la geopolítica minera chilena
En medio de un escenario global de creciente tensión por los recursos estratégicos, en abril de 2025, la Fiscalía Nacional Económica (FNE) aprobó la asociación entre Codelco y SQM para operar conjuntamente en el Salar de Atacama. Este acuerdo, que se extiende hasta 2060, busca consolidar a Chile como actor clave en la cadena global del litio, un mineral fundamental para la transición energética y la industria tecnológica.
El pacto contempla una primera etapa (2025-2030) en que SQM Salar absorberá a Minera Tarapacá de Codelco, bajo control de SQM, para luego transferir el control a Codelco entre 2031 y 2060. Esta fórmula, inédita en la historia minera chilena, refleja la complejidad y la necesidad de estabilidad en un mercado marcado por la volatilidad y la competencia internacional.
Desde Codelco, se valoró el acuerdo como un paso hacia la transparencia y la certidumbre, esenciales para atraer inversiones a largo plazo en un sector de alta complejidad. Sin embargo, no todos ven con optimismo esta alianza. Tianqi Lithium, accionista mayoritario de SQM, intentó bloquear el acuerdo mediante recursos judiciales, evidenciando las tensiones internas y los intereses cruzados en juego.
El contexto internacional añade una capa de presión. La guerra comercial entre Estados Unidos y China, además de la disputa por influencia en minerales críticos, pone a Chile en el centro de un tablero geopolítico donde la soberanía y la estrategia nacional cobran renovada importancia. El litio, más que un commodity, es ahora un activo estratégico que condiciona políticas públicas y relaciones internacionales.
En el plano local, el acuerdo enfrenta desafíos sociales significativos. La consulta indígena emerge como un punto neurálgico. La etnia atacameña, con creciente capacidad de influencia, reclama un rol decisivo en la gestión de los salares. Diversos actores advierten sobre el riesgo de que la proliferación de grupos de presión y vocerías ad hoc complique o incluso paralice procesos clave para la explotación y comercialización del litio.
La normativa vigente establece límites claros para la participación indígena, pero la falta de definiciones precisas sobre quiénes son los interlocutores válidos y cómo se deben manejar estas consultas genera un clima de incertidumbre. Expertos en derecho y políticas públicas coinciden en que sin reglas claras y un diálogo informado, el país podría perder una oportunidad estratégica única.
Por último, este acuerdo pone en evidencia la tensión entre la urgencia económica y la justicia social. Mientras el Estado y las empresas buscan asegurar la competitividad y el liderazgo global, las comunidades locales exigen reconocimiento, respeto y participación real. El desenlace de esta historia dependerá de la capacidad de Chile para equilibrar estos intereses y construir un modelo de desarrollo sostenible y legítimo.
En definitiva, el pacto Codelco-SQM no es solo un negocio: es un episodio que refleja las complejidades de la minería moderna, la geopolítica global y los desafíos de la gobernanza territorial en un país que se debate entre la tradición y la innovación. La historia está en marcha, y sus consecuencias definirán el futuro económico y social de Chile en las próximas décadas.