La salida parcial de Elon Musk del DOGE: ¿fin de la era o solo un cambio de escena?

La salida parcial de Elon Musk del DOGE: ¿fin de la era o solo un cambio de escena?
Internacional
Estados Unidos
2025-11-28
Fuentes
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- Reducción significativa en la participación de Elon Musk en el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE).

- Tensiones políticas evidenciadas entre Musk y el expresidente Trump.

- Impacto económico y simbólico en la valoración bursátil de Tesla y en la administración federal.

El 27 de abril de 2025, Elon Musk anunció que su participación en el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) disminuiría a "uno o dos días a la semana" a partir de mayo, un hecho que, lejos de ser un simple ajuste en su agenda, ha desatado una serie de debates y análisis sobre el futuro de este organismo y la influencia del magnate tecnológico en la política estadounidense.

El DOGE fue creado el 20 de enero de 2025, con un mandato hasta el 4 de julio de 2026, con la misión de recortar gastos públicos y aumentar la eficiencia del gobierno federal. Durante sus primeros meses, el organismo ha ejecutado despidos masivos, cancelado contratos y tomado control de sistemas informáticos clave, acciones que han generado tanto admiración entre sectores republicanos como críticas severas desde el ala demócrata.

Desde el punto de vista político, la figura de Musk ha sido un imán para la controversia. Guido Larson, académico de la Universidad del Desarrollo, señala que "la falta de experiencia política y administrativa del equipo de Musk llevó a negligencias graves, incluyendo la manipulación de datos privados". Este diagnóstico se suma a la presión interna dentro del Partido Republicano, donde algunos ven con preocupación que la narrativa de eficiencia no se corresponda con los resultados y prácticas del DOGE.

En términos económicos, la participación de Musk en el DOGE ha coincidido con una caída del 71% en los ingresos netos de Tesla durante el primer trimestre de 2025, lo que ha generado inquietud entre los inversionistas y una depreciación significativa en la bolsa. Este fenómeno ha sido interpretado como un reflejo de la dispersión de esfuerzos del magnate y la incertidumbre sobre sus prioridades.

La relación entre Musk y Donald Trump también ha sido un foco de atención. Informes off the record sugieren un descontento creciente del expresidente con la exposición pública y política del empresario, exacerbado por episodios polémicos como el gesto controvertido durante la toma de posesión de Trump, que fue comparado con un saludo nazi y que Musk negó enfáticamente a través de sus redes sociales.

Larson comenta: "Trump prefiere controlar la narrativa y no compartir el protagonismo; la presencia de un personaje tan poderoso como Musk genera tensiones inevitables".

Frente a este escenario, se especula que la reducción en la participación de Musk podría ser una estrategia para descomprimir la presión política y permitir que el DOGE funcione con una estructura más tradicional, posiblemente bajo una secretaría de Estado como el Tesoro.

Desde la perspectiva ciudadana y social, las voces se dividen. Algunos sectores valoran los intentos de racionalizar el gasto público, aunque cuestionan la falta de transparencia y la forma en que se han manejado los datos y las normativas. Otros advierten sobre los riesgos de una tecnocracia sin experiencia política y el impacto que esto puede tener en la confianza hacia las instituciones.

En conclusión, la decisión de Musk no representa un fin definitivo para el DOGE, pero sí marca un punto de inflexión en su historia. Las tensiones políticas, las consecuencias económicas y las críticas sociales configuran un escenario complejo donde la eficiencia prometida se enfrenta a las realidades de la administración pública y la política estadounidense.

El futuro del DOGE dependerá en gran medida de cómo se reestructure su liderazgo y enfoque, y de la capacidad del gobierno para equilibrar la innovación con el respeto a las normas y la transparencia. Mientras tanto, la figura de Musk se mantiene como un símbolo de la intersección entre poder económico, tecnológico y político, con todas las contradicciones y desafíos que ello implica.