
Una batalla entre la velocidad y la profundidad ha marcado el último lustro en el consumo de noticias en Chile y el mundo. Desde 2020, el auge del ciclo 24/7, con su flujo incesante de información inmediata, ha saturado a la audiencia, generando ansiedad y una sensación constante de estar siempre a la espera de la próxima noticia. Sin embargo, esta urgencia ha provocado también una fragmentación narrativa que dificulta entender los eventos en su complejidad y contexto.
En noviembre de 2025, a cinco años de que medios como Chilenews apostaran por romper el modelo tradicional, se puede observar un cambio notable en la manera en que ciertos sectores de la sociedad abordan la información. La apuesta por la distancia temporal —esperar días o semanas para ofrecer un análisis riguroso— ha demostrado ser un antídoto contra la superficialidad y la polarización exacerbada.
Desde el mundo político, las respuestas a este fenómeno son disímiles. Algunos sectores conservadores critican la demora en la entrega de noticias como una forma de diluir la responsabilidad y evitar la transparencia inmediata. “La ciudadanía tiene derecho a saber al instante qué ocurre, no a esperar un análisis que puede estar sesgado por la interpretación del medio”, argumenta un parlamentario de derecha.
Por otro lado, voces progresistas y académicas defienden el enfoque de la pausa informativa. “La profundidad y la pluralidad de perspectivas permiten que el público no solo reciba datos, sino que entienda las causas, consecuencias y las múltiples narrativas que un solo evento puede generar”, señala una socióloga de la Universidad de Chile.
En el terreno ciudadano, la recepción es igualmente diversa. Mientras un segmento de la población valora la reducción del estrés informativo y la oportunidad de reflexión, otro grupo manifiesta frustración por la aparente lentitud y la falta de inmediatez que les permita estar al día.
El efecto más palpable de este cambio es la disminución gradual de la ansiedad colectiva asociada a la sobreexposición mediática. En paralelo, la fragmentación social causada por narrativas parciales y enfrentadas ha encontrado un contrapeso en medios que promueven el diálogo y la pluralidad.
No obstante, esta transición no está exenta de desafíos. La demora en informar puede ser aprovechada por actores con agendas particulares para moldear la opinión pública antes de que el análisis completo esté disponible. Además, la sostenibilidad económica de un periodismo más pausado y profundo sigue siendo un tema pendiente.
El escenario actual se asemeja a un coliseo donde los protagonistas —medios, políticos, ciudadanos— libran una batalla constante entre la urgencia y la reflexión. La tragedia no es solo la ansiedad o la desinformación, sino que la pérdida de la capacidad colectiva para comprender con profundidad y empatía los acontecimientos que moldean la sociedad.
En definitiva, la apuesta por un consumo mediático más consciente y crítico no solo es posible, sino necesaria para fortalecer la democracia y la convivencia social en un Chile que busca sanar sus heridas y avanzar con conocimiento.
Fuentes consultadas incluyen análisis de académicos de la Universidad de Chile, declaraciones parlamentarias y estudios sobre consumo mediático realizados entre 2023 y 2025.
2025-09-20
2025-04-26
2025-09-16