
Chile vive una crisis demográfica que ya no es una amenaza futura, sino una realidad palpable. La tasa global de fecundidad (TGF) alcanzó en 2023 un mínimo histórico de 1,16 hijos por mujer, muy por debajo del nivel de reemplazo poblacional de 2,1, y entre las más bajas del mundo, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE). La caída sostenida en las últimas tres décadas ha desatado un debate profundo sobre sus causas, implicancias y posibles respuestas.
La decisión de tener hijos en Chile hoy se enfrenta a un complejo entramado social y económico. Claudio Riveros, sociólogo de la Universidad de Talca, enfatiza que la baja natalidad no es solo un fenómeno económico, sino que está profundamente arraigado en la autonomía individual, especialmente femenina, y en cambios culturales profundos. "Antes, ser madre era una expectativa social casi ineludible; hoy, la sociedad acepta y respeta el derecho de la mujer a decidir no tener hijos", explica.
Este cambio cultural convive con realidades laborales que no siempre acompañan la maternidad. La percepción de inseguridad laboral, la desigualdad salarial y el "castigo a la maternidad" —la pérdida de oportunidades y remuneraciones para las mujeres tras ser madres— generan un escenario hostil para decidir ampliar la familia. Según la encuesta "Inclusión y equidad laboral" de Descifra y ChileMujeres, solo un 27% de las mujeres cree que la maternidad no afecta su carrera, frente a un 61% de hombres que lo percibe así.
Además, el alto costo de vida, la dificultad de acceso a la vivienda y la insuficiente infraestructura de cuidado infantil agravan la situación. En este sentido, aunque el Estado ha avanzado con iniciativas como Chile Crece Contigo y el proyecto de sala cuna universal, persisten barreras que limitan el apoyo efectivo a las familias.
La baja natalidad ha escalado en la agenda política y empresarial. Algunos candidatos presidenciales proponen bonos por hijo y exenciones tributarias, mientras expertos advierten que estas medidas son insuficientes o incluso regresivas, beneficiando mayoritariamente a sectores de mayores ingresos.
Desde el mundo empresarial, Enrique Cruz, presidente de la Unión Social de Empresarios Cristianos, llama a las compañías a asumir un rol activo: "No basta con que el Estado impulse políticas; las empresas deben implementar prácticas que permitan la conciliación laboral y familiar, como horarios flexibles, teletrabajo y corresponsabilidad parental efectiva".
Un dato que pone en perspectiva la crisis demográfica es el aumento significativo de nacimientos de madres extranjeras, que pasaron de representar un 6,9% en 2017 a un 18,9% en 2022, con fuerte presencia en regiones del norte como Tarapacá y Antofagasta. Este fenómeno, liderado por mujeres venezolanas, peruanas y haitianas, ha sido un factor clave para mitigar parcialmente la caída de la natalidad nacional, aunque no compensa la baja sostenida entre madres chilenas.
La baja natalidad se traduce en una población que envejece rápidamente, con menos personas jóvenes para sostener el sistema de pensiones, salud y productividad económica. En regiones rurales, el desequilibrio entre nacimientos y defunciones ya genera despoblación, afectando sectores estratégicos como la agricultura.
Francisco Fuentes, director del Centro de Análisis y Debate Público de la UCSC, advierte: "Chile enfrenta un desafío estructural que requiere políticas públicas integrales para fomentar la estabilidad familiar, el acceso a beneficios y la igualdad de oportunidades para que las familias puedan crecer sin sacrificar su desarrollo profesional y económico".
- La baja natalidad chilena es un fenómeno multifactorial, donde convergen cambios culturales, desigualdad de género, condiciones laborales y costos sociales.
- Las respuestas simplistas, como incentivos económicos aislados, no abordan la raíz del problema y pueden profundizar desigualdades.
- El sector privado y público deben colaborar para crear un entorno que valore la maternidad y paternidad, con corresponsabilidad y apoyo real.
- La creciente participación de madres extranjeras en la natalidad nacional introduce nuevas dinámicas demográficas y sociales que requieren atención y políticas inclusivas.
- La sostenibilidad del desarrollo económico y social chileno depende de enfrentar con urgencia este desafío demográfico, desde una mirada amplia y plural que reconozca tensiones y disonancias, pero también oportunidades para repensar el futuro.
Fuentes consultadas: Instituto Nacional de Estadísticas (INE), Universidad de Talca, Fundación ChileMujeres, Universidad Católica de la Santísima Concepción, La Tercera, Diario Financiero, Séptima Página Noticias.
2025-03-26