Un Camino en expansión y un río como frontera
El Camino Portugués por la costa, una de las rutas jacobeas de mayor crecimiento, ha visto aumentar su afluencia anual en casi un 20%, con alrededor de 300 a 400 peregrinos diarios cruzando el río Miño entre Portugal y Galicia. Este flujo masivo ha puesto en tensión la tradicional travesía, ya que no existe puente internacional en ese punto fronterizo, y el antiguo ferry municipal portugués, el Santa Rita de Cassia, suspendió operaciones en 2020 y no ha podido volver a funcionar debido a la acumulación de sedimentos en la desembocadura.
Ante esta realidad, han proliferado en los últimos cinco años numerosas barcas particulares y empresas de transporte fluvial, principalmente portuguesas, que ofrecen el cruce a los peregrinos a precios que oscilan entre 6 y 8 euros, dependiendo si llevan bicicleta o no. Veteranos pescadores se han reconvertido en taxistas del Camino, convirtiendo esta actividad en un lucrativo negocio estacional.
La ‘guerra’ entre barqueros: amenazas, agresiones y denuncias
Pero la competencia ha escalado hasta lo que algunos describen como una 'guerra sucia'. Empresarios y barqueros denuncian amenazas, agresiones físicas y hasta el uso de armas para asegurar clientes. Un video viralizado en redes sociales muestra a un barquero portugués afirmando que "matar o morir" es parte de la lucha por el sustento.
Por su parte, la única naviera gallega autorizada y respaldada por la Xunta, Xacobeo Transfer, que opera con horarios fijos y venta online de billetes, ha denunciado prácticas irregulares de barqueros portugueses que desembarcan a peregrinos en playas para evadir controles y tasas, además de acosar a usuarios y confundirlos para vender billetes duplicados.
Miguel Giráldez, gestor de Xacobeo Transfer, advierte: "El día que haya un accidente será una desgracia" y critica la falta de regulación efectiva y el comportamiento de los llamados 'piratas' del río.
Respuesta institucional y desafíos pendientes
Frente a estas denuncias, en julio de 2025 las autoridades portuguesas desplegaron un operativo conjunto de control, inspeccionando embarcaciones, detectando múltiples infracciones y suspendiendo temporalmente la actividad de algunas barcazas. Se anunciaron puntos de control a lo largo del Camino y la retirada de publicidad ilegal.
Sin embargo, la situación no está resuelta. La falta de un puente internacional obliga a depender del transporte fluvial, y la imposibilidad de dragar el río Miño para restaurar la navegabilidad del ferry municipal complica aún más la situación.
En el lado portugués, los barqueros se quejan de la competencia desleal y la falta de vigilancia sobre condiciones laborales y de seguridad; en el lado gallego, se denuncia la intrusión de embarcaciones no autorizadas y la dificultad para controlar el flujo creciente de peregrinos.
Diversidad de actores y voces en el río
Entre los pasajeros, la experiencia es diversa. Peregrinos de distintas nacionalidades y edades confían en la profesionalidad de veteranos barqueros como Rui Magalhães, quien conoce el estuario como la palma de su mano y asegura ofrecer un servicio seguro y eficiente.
Pero la tensión entre las distintas empresas y barqueros refleja un fenómeno más amplio: el impacto de la masificación del Camino Portugués por la costa y la falta de infraestructura y regulación acorde a este crecimiento.
Conclusión: un Camino que crece, un río que tensiona
El Camino Portugués por la costa ha pasado en pocos años de ser una ruta secundaria a un fenómeno masivo con cerca de 50.000 peregrinos en lo que va de 2025. El río Miño, frontera natural y barrera logística, se ha convertido en un escenario de competencia intensa y desafíos regulatorios que requieren soluciones coordinadas entre España y Portugal.
Las consecuencias visibles son la inseguridad, la competencia desleal y el riesgo de accidentes, pero también la oportunidad para ambos países de gestionar de manera conjunta un fenómeno cultural y turístico que une a Europa y genera desarrollo local.
Mientras tanto, los peregrinos, expectadores y protagonistas a la vez, cruzan con esperanza y mochila al hombro, confiando en que el camino hacia Santiago siga siendo una experiencia enriquecedora y segura, más allá de las disputas que se libran en las aguas del Miño.
2025-09-02
2025-08-19