Israel y Hamás: la guerra que aún no termina pese a promesas de tregua inmediata

Un conflicto que parecía a punto de resolverse en abril de 2025 ha demostrado ser más complejo y resistente al paso del tiempo. El 22 de abril, la viceministra israelí de Exteriores, Sharen Heskel, afirmó que la guerra "podría acabar mañana" si Hamás entregaba a los 59 rehenes que aún retenía y abandonaba las armas. Esta declaración, que pretendía ser un punto de inflexión, no sólo no detuvo la violencia sino que abrió un escenario donde las negociaciones se enredaron entre demandas contrapuestas y una crisis humanitaria creciente.

El escenario de la negociación: promesas y rechazos

Desde el inicio del conflicto, Israel ha insistido en que Hamás es el único responsable de la guerra, acusándolos de ser una organización terrorista cuyo objetivo es la destrucción y la muerte. "Ellos son los que causan el sufrimiento de los gazatíes", aseguró Heskel en aquella conferencia de prensa. Por su parte, Hamás rechazó las propuestas israelíes de tregua, que incluían la liberación de algunos rehenes a cambio de un alto el fuego temporal, y ofreció una contrapropuesta más amplia: la liberación de todos los cautivos a cambio de la retirada total de las tropas israelíes de Gaza.

Los mediadores egipcios y cataríes presentaron un nuevo borrador que contemplaba un alto el fuego de entre 5 y 7 años, la liberación de todos los rehenes y la excarcelación de presos palestinos, junto con la reconstrucción de Gaza bajo garantías internacionales. Sin embargo, las conversaciones nunca lograron concretar un acuerdo final, dejando en evidencia la profunda desconfianza entre las partes.

Voces en conflicto: seguridad, soberanía y sufrimiento

Desde Israel, la narrativa oficial ha sido la restauración de la seguridad para su población, especialmente para los niños afectados por los ataques. "¿Rendirnos a Hamás va a traer de vuelta esta seguridad? No", planteó el gobierno israelí, anticipando que cualquier concesión podría permitir a Hamás recuperar fuerza y repetir ataques como el 7 de octubre.

En contraste, desde Gaza, la población civil ha quedado atrapada en un ciclo de violencia que deteriora las condiciones de vida y la infraestructura básica. Organizaciones internacionales han denunciado el impacto humanitario, mientras que voces palestinas subrayan la necesidad de un fin definitivo a la ocupación y el bloqueo.

Constataciones y consecuencias

A más de siete meses de la declaración que prometía un fin rápido al conflicto, el enfrentamiento entre Israel y Hamás sigue activo, con negociaciones que no han logrado superar las barreras de la desconfianza y las demandas irreconciliables. La guerra, lejos de concluir, ha dejado en evidencia la dificultad de alcanzar una paz duradera sin abordajes integrales que consideren seguridad, derechos humanos y reconstrucción.

Este episodio confirma que en conflictos prolongados, las promesas de soluciones inmediatas suelen ser ilusorias. La historia reciente de Medio Oriente muestra que solo a través de procesos complejos, multilaterales y con garantías internacionales puede esperarse un avance real.

Para la ciudadanía global y los actores regionales, la lección es clara: la paz no se decreta en un día, y la tragedia humana que se desarrolla en Gaza y Jerusalén sigue demandando atención, comprensión profunda y voluntad política sostenida.