
Una noche que reavivó la tragedia
El 23 de noviembre de 2025, Rusia lanzó un ataque coordinado con cerca de 600 drones y 36 misiles contra la capital ucraniana, Kiev, y sus alrededores. El saldo inmediato fue la interrupción del suministro eléctrico para más de 600 mil hogares, graves daños a infraestructuras civiles y energéticas, además de tres muertos y decenas de heridos. Este episodio no solo representa un golpe directo a la vida cotidiana ucraniana, sino que reconfigura el tablero geopolítico en un momento clave de negociaciones internacionales.
Volodimir Zelenski, presidente de Ucrania, denunció en redes sociales: "Los rusos han lanzado casi 600 drones contra la vida cotidiana. Los principales objetivos fueron infraestructuras energéticas e instalaciones civiles". Su mensaje, cargado de urgencia, también fue un llamado a Europa para que decida el destino de los activos congelados de Rusia, y un reclamo para que la comunidad internacional intensifique su apoyo a la defensa aérea ucraniana.
Desde Kiev, la sensación es de vulnerabilidad y resistencia. La interrupción masiva de servicios básicos ha afectado a millones, pero la narrativa oficial enfatiza la fortaleza y la necesidad de unidad nacional frente a un agresor que no distingue entre objetivos militares y civiles.
"Debemos trabajar sin desperdiciar un solo día para garantizar la defensa y presionar a Rusia", afirmó Zelenski.
En Moscú, la operación se presenta como una respuesta estratégica a lo que consideran una prolongación inaceptable del conflicto por parte de Ucrania y sus aliados occidentales. Fuentes rusas consultadas por medios internacionales sostienen que el ataque busca desestabilizar la infraestructura ucraniana para forzar concesiones en las negociaciones.
Desde Europa y Estados Unidos, la reacción es de preocupación y debate. Por un lado, la escalada confirma la persistencia de un conflicto que amenaza la seguridad continental. Por otro, genera tensiones sobre la efectividad y los límites de las sanciones económicas y la ayuda militar. La próxima visita del enviado especial estadounidense Steve Witkoff a Moscú, prevista para la semana siguiente, se ha convertido en una cita crucial para intentar avanzar hacia un alto al fuego o un acuerdo más amplio.
Este ataque masivo no es un hecho aislado, sino el reflejo de una guerra que se ha tecnificado y extendido en el tiempo, con una creciente afectación a la población civil. La elección de atacar infraestructuras energéticas no solo busca un impacto inmediato, sino también un desgaste prolongado de la resistencia ucraniana.
La cifra de 600 mil hogares sin luz es un indicador del costo humano y social del conflicto, que se traduce en dificultades para el acceso a servicios básicos, salud y seguridad.
Además, la crisis ha evidenciado la complejidad de las alianzas internacionales y la necesidad de un equilibrio entre la presión política, las sanciones económicas y los esfuerzos diplomáticos.
La insistencia de Zelenski en que Europa tome una decisión firme sobre los activos congelados de Rusia abre un debate sobre la efectividad y el impacto de estas medidas, que pueden influir en la disposición de Moscú para negociar.
Los hechos confirman que la guerra en Ucrania sigue siendo un escenario de confrontación brutal y de alto costo humanitario. La masividad y precisión del ataque ruso demuestran un salto en la capacidad bélica, mientras que la respuesta ucraniana y el llamado a la comunidad internacional subrayan la desesperación y la determinación por resistir.
Este episodio invita a una reflexión profunda sobre la naturaleza del conflicto moderno, donde la infraestructura civil se convierte en campo de batalla y la población común, en víctima directa. También plantea preguntas sobre los límites de la diplomacia y la efectividad de las sanciones en un mundo cada vez más polarizado.
El futuro inmediato dependerá de la capacidad de los actores internacionales para traducir la presión en acuerdos duraderos, y de la voluntad de las partes para encontrar una salida que detenga la tragedia que se vive en Ucrania.
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Fuentes consultadas: La Tercera, declaraciones oficiales de Volodimir Zelenski, análisis geopolíticos de medios internacionales.