
El domingo 30 de noviembre marcó un hito en la campaña presidencial chilena: la militancia del Partido de la Gente (PDG) decidió en una votación online si apoyaría a José Antonio Kast (Partido Republicano), Jeanette Jara (Partido Comunista) o optaría por el voto nulo de cara a la segunda vuelta del 14 de diciembre. Entre las 10:00 y las 13:00 horas, un universo acotado de militantes tuvo la oportunidad de expresar su preferencia, un ejercicio que no solo definió un respaldo formal, sino que también expuso las grietas y desafíos del PDG, partido que con Franco Parisi obtuvo casi un 20% de los votos en la primera vuelta presidencial.
El electorado que Parisi capturó en la primera vuelta se ha convertido en el botín más codiciado para ambos comandos. Parisi logró 2,5 millones de votos, situándose como tercera fuerza nacional, con especial fortaleza en regiones como Antofagasta y Arica y Parinacota, donde superó el 27% de las preferencias. Estos territorios se convirtieron en epicentros de la campaña, especialmente para Jeanette Jara, quien viajó a Antofagasta para reunirse con trabajadores mineros y familias, comprometiéndose a atender el malestar regional que Parisi supo capitalizar.
Mientras tanto, José Antonio Kast optó por una estrategia distinta. Rechazó la invitación de Parisi para participar en el programa "Bad Boys" y evitó responder a lo que calificó como "provocaciones" del líder del PDG y su entorno. Su foco ha estado en el despliegue territorial en zonas clave como Iquique, Puerto Montt, Chiloé y Osorno, intentando conectar directamente con el electorado sin politizar en exceso su campaña.
El PDG se encuentra en el centro de un debate intenso. Por un lado, sectores que piden mantener una postura neutral para no perder credibilidad en futuras contiendas electorales; por otro, quienes defienden la necesidad de un apoyo explícito para influir en el resultado final. En redes sociales, las reacciones oscilan entre llamados a votar nulo y críticas por posibles alianzas que podrían desvirtuar el discurso original de Parisi.
Desde la izquierda, la figura de Parisi es vista con recelo. “Es un populista y cercano a la derecha”, sostienen, recordando episodios controversiales como el impago de pensiones alimenticias que empañan su imagen. En el comando de Jara, si bien hubo inicialmente un intento de acercamiento —con guiños públicos y disposición a dialogar—, hoy prevalece la idea de escuchar las demandas ciudadanas sin dejar que Parisi monopolice la agenda.
Por su parte, el comando de Kast considera que el electorado de Parisi tiene más afinidad con su propuesta, aunque reconocen que este segmento no es decisivo para ganar la segunda vuelta, sino que más bien puede ampliar la brecha con la candidata oficialista. Esta lectura explica su decisión de mantener distancia y evitar contactos programáticos directos hasta conocer el resultado de la votación interna del PDG.
Este episodio revela varias verdades sobre el actual momento político chileno. Primero, la fragmentación y volatilidad del electorado, que no se siente representado por las fuerzas tradicionales y busca alternativas que se adapten mejor a su malestar. Segundo, la dificultad de los partidos para integrar y negociar con movimientos emergentes que, aunque significativos, tienen estructuras internas complejas y a veces contradictorias.
Finalmente, la decisión del PDG y la reacción de los comandos de Kast y Jara anticipan un balotaje intenso, donde la conquista de votos «huérfanos» será clave. Más allá del resultado final, el proceso ha dejado en evidencia que la política chilena no solo se juega en las urnas, sino también en la capacidad de los actores para dialogar, reconocer diferencias y construir puentes en un escenario polarizado y en transformación.
2025-11-29
2025-11-28