ONU exige a Israel investigar torturas en Gaza: un reclamo que desnuda la impunidad y el sufrimiento prolongado

Desde el 7 de octubre de 2023, la Franja de Gaza se ha convertido en un escenario donde los límites de la humanidad se ponen a prueba. El Comité contra la Tortura de Naciones Unidas (CAT) emitió un contundente llamado a Israel para que establezca una comisión ad hoc que investigue las denuncias sobre torturas y malos tratos sistemáticos a la población palestina. Esta exigencia no solo revela la gravedad de las acusaciones, sino que también pone en evidencia las lagunas legales internas que permiten la impunidad bajo la figura del "estado de necesidad", que exime a fuerzas policiales y militares israelíes de responsabilidades en interrogatorios violentos.

El informe de la ONU denuncia una política estatal de facto de tortura y malos tratos organizados y generalizados, intensificados desde el inicio de la ofensiva israelí en Gaza. Además, se critican métodos coercitivos no públicos empleados en interrogatorios y las condiciones de vida crueles, inhumanas o degradantes que sufren los palestinos bajo ocupación.

En paralelo, la violencia no cesa en Cisjordania, donde la violencia de colonos y militares ha causado la muerte de más de un millar de palestinos desde octubre de 2023, según fuentes de la ONU. La escalada ha generado un ciclo de sufrimiento que se extiende más allá de las fronteras de Gaza, evidenciando un conflicto que no se reduce a un solo territorio.

En este contexto, la controversia política y cultural ha alcanzado incluso el escenario europeo. RTVE, la radiotelevisión pública española, ratificó su veto a Israel en el Festival de Eurovisión 2026, decisión justificada por su presidente, José Pablo López, en la "perpetración de un genocidio en Gaza" y en el incumplimiento sistemático de Israel de las normas del concurso. Esta medida ha provocado un debate sobre la relación entre cultura, política y derechos humanos, con España como punta de lanza de un grupo de países que amenazan con retirarse del certamen si Israel participa.

"Los derechos humanos no son un concurso", afirmó López, enfatizando que la participación en Eurovisión no puede desligarse de la responsabilidad ética y política. La Unión Europea de Radiodifusión (UER) ha respondido con reformas en el sistema de votación para intentar garantizar transparencia y evitar manipulaciones, pero RTVE considera que dichas medidas son insuficientes.

La magnitud del conflicto se refleja también en las cifras de víctimas. Desde el inicio de la ofensiva israelí, el recuento oficial palestino supera los 69.799 muertos y 170.972 heridos, con más de 300 fallecidos documentados solo desde la entrada en vigor del alto el fuego en octubre de 2025. Las condiciones de acceso a las víctimas permanecen precarias, con cuerpos aún bajo escombros y en las calles, a la espera de ser recuperados.

Las perspectivas frente a este drama son diversas y tensas:

- Desde el ámbito internacional, la ONU insiste en la necesidad de investigaciones imparciales y mecanismos que garanticen el respeto a los derechos humanos, pero la falta de instrumentos legales internos en Israel dificulta la rendición de cuentas.

- En el plano político regional, Israel defiende sus acciones como medidas de seguridad frente a amenazas terroristas, mientras que la población palestina y sus representantes denuncian una ocupación y violencia sistemática.

- En la sociedad civil, tanto en Israel como en el mundo, proliferan voces que piden un alto al fuego duradero, justicia y diálogo, pero también se enfrentan a la polarización y a la instrumentalización política del conflicto.

Este año de conflicto ha expuesto una tragedia que no admite soluciones simplistas. La exigencia de la ONU para investigar torturas y la respuesta cultural y política en Europa evidencian que la crisis va más allá de los enfrentamientos armados: es una batalla por la verdad, la justicia y la memoria.

En definitiva, la ausencia de mecanismos efectivos para sancionar abusos y la persistencia de la violencia han consolidado un ciclo de sufrimiento que parece no tener fin. El desafío para la comunidad internacional y las partes en conflicto es romper esta dinámica, reconociendo la complejidad del escenario y el imperativo ético de proteger la dignidad humana.

Solo entonces, la tragedia que hoy observamos desde la distancia podrá transformarse en una oportunidad para la reconciliación y la paz.