La sequía prolongada en Chile: cómo la falta de lluvias redefine el futuro del centro y sur del país

En abril de 2025, el Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno de El Niño (Ciifen) emitió un pronóstico que anticipaba precipitaciones bajo lo normal en el centro y sur de Chile para los meses de mayo a julio. Esta alerta, lejos de ser una predicción pasajera, se ha confirmado con datos oficiales y ha comenzado a mostrar consecuencias palpables en diversos sectores del país.

El escenario actual: una sequía que se instala

La prolongada escasez de lluvias ha afectado la disponibilidad hídrica en regiones clave como la Metropolitana, O'Higgins y el Biobío. Agricultores, expertos en recursos naturales y autoridades locales coinciden en que esta reducción no solo es un fenómeno meteorológico, sino el reflejo de un patrón climático que se consolida en Chile. Como señala la académica de la Universidad de Chile, María Fernández, 'estamos frente a un cambio estructural en la dinámica del agua que obliga a repensar la gestión y distribución del recurso'.

Voces encontradas: entre la urgencia y la crítica

Desde el mundo político, las reacciones se dividen. El Gobierno ha impulsado medidas para enfrentar la crisis hídrica, incluyendo planes de emergencia y proyectos para mejorar la eficiencia del riego. Sin embargo, sectores de oposición y organizaciones sociales critican la falta de una política de largo plazo y acusan una respuesta insuficiente ante un problema que se venía anunciando desde hace años. El diputado Juan Herrera afirmó que 'la sequía es una tragedia anunciada y la falta de voluntad política para actuar con anticipación nos tiene en esta situación'.

En paralelo, comunidades rurales y pueblos originarios han denunciado que las medidas implementadas no consideran adecuadamente sus derechos y modos de vida, generando tensiones y conflictos territoriales.

Impactos visibles y desafíos futuros

En el ámbito económico, la reducción de lluvias ha incidido en la producción agrícola, con pérdidas significativas en cultivos de frutas y hortalizas. El sector ganadero también reporta dificultades para mantener la producción, afectando cadenas de suministro y empleo local.

Además, la disminución de precipitaciones afecta la recarga de acuíferos y la generación hidroeléctrica, ampliando la complejidad del escenario energético y ambiental.

Conclusiones: una crisis que exige mirada integral

La evidencia acumulada confirma que la sequía en el centro y sur de Chile no es un episodio aislado, sino parte de una tendencia climática que demanda respuestas coordinadas y sostenibles. Las tensiones entre actores políticos, sociales y económicos reflejan la dificultad de conciliar intereses y prioridades en un contexto de recursos limitados.

La discusión pública debe avanzar hacia una comprensión profunda de las causas y consecuencias, incorporando perspectivas diversas y respetando derechos territoriales, para construir un modelo de gestión hídrica que no solo atienda la emergencia, sino que prepare al país para un futuro donde el agua será un bien cada vez más escaso.

Este es el desafío que enfrenta Chile hoy, entre la urgencia de la sequía y la necesidad de un cambio estructural en la relación con su entorno natural.