Zúmbale Primo y la música en tiempos de polarización: ¿Trabajo o postura política?: La travesía de un grupo chileno entre escenarios y controversias

Zúmbale Primo y la música en tiempos de polarización: ¿Trabajo o postura política?: La travesía de un grupo chileno entre escenarios y controversias
Actualidad
Sociedad
2025-11-29
Fuentes
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- Polarización política que trasciende la música.

- Impacto laboral y social en artistas tras decisiones profesionales.

- Tensiones entre independencia artística y demandas sociales en Chile contemporáneo.

En un Chile marcado por la fractura política y social, la historia de Zúmbale Primo, el grupo tropical que se ha visto envuelto en una controversia inesperada, revela las complejidades que enfrentan los artistas en el cruce entre la música y la política.El 7 de noviembre de 2025, Zúmbale Primo y Los Vikings 5 aceptaron presentarse en el cierre de campaña presidencial de José Antonio Kast en el Movistar Arena. Lo que para ellos fue un compromiso laboral más, se transformó en un punto de inflexión que puso en jaque sus relaciones profesionales y personales.

Desde el inicio, ambos grupos aclararon que su participación no implicaba una adhesión política. Álex Muñoz, animador y cofundador de Zúmbale Primo, afirmó que "fue quien primero nos llamó y puso el dinero encima de la mesa" y que más de 20 familias dependen de la banda. Sin embargo, la respuesta del público y del mundo artístico fue inmediata y áspera.

En los días posteriores, Zúmbale Primo denunció haber sufrido cancelaciones de contratos, alejamiento de amistades y el cierre de puertas en espacios que antes les eran habituales, como la Municipalidad de Iquique. Más doloroso aún, señalaron que músicos amigos pactados para acompañarlos en la Teletón 2025 se retiraron, dejando un vacío significativo.

Este fenómeno no es aislado. La polarización política en Chile ha permeado espacios culturales, donde cualquier acción es interpretada como una declaración ideológica. "Vivimos en un país tan polarizado que cualquier decisión laboral se interpreta como una postura política. Y nosotros no pertenecemos a ningún sector. Nuestro único bando es la música", lamentaron los artistas.

En paralelo, la Teletón 2025, realizada el 28 y 29 de noviembre, sirvió como un escenario donde la unidad fue invocada con fuerza. El presidente Gabriel Boric, en su último discurso en la cruzada solidaria, hizo un llamado a la unidad en tiempos polarizados. La presencia de Zúmbale Primo en el bloque de cierre teatral, tras la polémica, fue vista por algunos como un gesto de resiliencia y recuperación artística.

Pero la división no se limita a las redes sociales o a la opinión pública. La industria musical y los espacios culturales se han convertido en un campo de batalla donde las decisiones laborales se analizan bajo el prisma político.

El caso de Zúmbale Primo también plantea preguntas sobre la autonomía artística y la supervivencia económica. Edson Núñez, bajista de Los Vikings 5, expresó: "Nuestro voto va en las urnas, si nos pagan, allá vamos. Once familias dependen de estos ingresos". Esta afirmación desnuda la tensión entre la necesidad de trabajar y las presiones sociales para alinearse ideológicamente.

Mirando hacia adelante, Zúmbale Primo prepara su regreso a los escenarios con la cabeza en alto. El 7 de diciembre encabezarán el Gran Rancherazo Nacional en el Hipódromo Chile, un festival que reúne a figuras emblemáticas del género ranchero. Esta cita es interpretada como un intento de reconstrucción de su imagen y de reafirmar su compromiso con la música más allá de la política.

En definitiva, la travesía de Zúmbale Primo expone una verdad incómoda: en un Chile dividido, la música, que debería ser un puente, se ha convertido en un espejo de las fracturas sociales. La historia de estos músicos invita a reflexionar sobre los límites entre el arte y la política, y sobre cómo las decisiones personales y profesionales pueden ser interpretadas en un contexto donde la polarización parece no dar tregua.

La conclusión es clara: la música chilena enfrenta un desafío que va más allá de las notas y los escenarios. Es un desafío de convivencia, de respeto a la diversidad de posturas y, sobre todo, de entender que el trabajo artístico no siempre es un acto político, sino a menudo una cuestión de supervivencia y pasión.