
El jueves 17 de abril de 2025, un teleférico que conecta Castellammare di Stabia con la cima del monte Faito, en la región de Nápoles, sufrió una ruptura en uno de sus cables, lo que provocó la caída de una cabina con cinco personas a bordo. Cuatro personas murieron en el accidente: dos turistas británicos, un turista israelí y el maquinista italiano. Un quinto pasajero, también israelí, logró sobrevivir pero permanece en estado grave en el hospital del Mar de Nápoles.
La escena que encontraron los rescatistas fue descrita como aterradora. "Los árboles eran como lanzas. Solo logramos rescatar a un herido en estado muy grave, para los demás, lamentablemente, no había esperanza", relató Salvatore Criscuolo, miembro de los servicios de emergencia italianos.
Este teleférico, que asciende más de 1.100 metros sobre el nivel del mar a orillas del Mediterráneo, había sido sometido a trabajos de mantenimiento apenas una semana antes de reanudar operaciones tras la pausa invernal. Sin embargo, la ruptura del cable tensó las alarmas sobre la seguridad y el mantenimiento de la infraestructura.
Otra cabina que quedó bloqueada en el aire con once pasajeros fue rescatada sin daños. Este contraste entre la tragedia y el rescate exitoso amplifica el debate sobre los protocolos de seguridad y la gestión de riesgos en sistemas de transporte turístico en regiones montañosas.
Desde el ámbito político, la reacción fue inmediata. El ministro de Infraestructuras y Transportes italiano, Matteo Salvini, solicitó un informe exhaustivo para esclarecer las causas y determinar responsabilidades, mientras que la Fiscalía de Torre Annunziata abrió una investigación por homicidio culposo y múltiple.
Este no es el primer incidente grave en este teleférico. En 1960, un error humano provocó un accidente que dejó cuatro muertos y 31 heridos. Esta historia de accidentes plantea preguntas sobre la evolución de las normativas y la supervisión técnica en infraestructuras turísticas críticas.
Desde la perspectiva regional, la tragedia golpea a una zona que depende en gran medida del turismo y la imagen de seguridad para sus visitantes. La confianza en el sistema de transporte es un factor clave para la economía local, que ahora enfrenta una crisis de credibilidad.
En el plano social, las voces de familiares y turistas reflejan una mezcla de dolor, indignación y preocupación por la protección de los visitantes extranjeros y nacionales. La tragedia ha generado un debate público en Italia y en los países de origen de las víctimas sobre la responsabilidad de las empresas concesionarias y la supervisión estatal.
En conclusión, la caída del teleférico en Nápoles evidencia una falla crítica en la infraestructura que costó vidas humanas y expone las vulnerabilidades en la gestión de seguridad de sistemas turísticos. La investigación en curso deberá esclarecer si hubo negligencia en el mantenimiento o en la supervisión técnica, mientras la región enfrenta el desafío de recuperar la confianza y garantizar que tragedias como esta no se repitan.