
Un pulso inesperado entre la Casa Blanca y la Reserva Federal se ha ido consolidando desde abril de 2025, cuando el expresidente Donald Trump afirmó abiertamente que podría destituir a Jerome Powell, actual presidente del banco central estadounidense, si así lo solicitara. El 17 de abril, Trump declaró: «Si se lo pido, se irá», cuestionando la independencia que tradicionalmente ha caracterizado a la Fed y poniendo en jaque el delicado equilibrio entre política y economía en EE.UU.
Trump criticó que la Fed no ha recortado las tasas de interés con la rapidez que él esperaba, acusando a Powell de hacer política y de no responder a las necesidades económicas según su visión. Este emplazamiento público generó un debate sobre el rol y la autonomía del banco central, un pilar fundamental para la estabilidad financiera global.
Desde el ala política conservadora, algunos respaldaron a Trump, argumentando que la Fed debería ser más flexible para estimular la economía y evitar que las tasas de interés suban demasiado, lo que encarece el crédito y frena la inversión. «La Fed debe responder a las señales económicas y no actuar con rigidez», señaló un congresista republicano.
En cambio, expertos económicos y demócratas defendieron la independencia del banco central como esencial para evitar que decisiones monetarias sean usadas con fines políticos. Una economista de la Universidad de Harvard comentó: «Interferir en la Fed puede generar incertidumbre y aumentar la volatilidad en los mercados».
Para América Latina, y Chile en particular, la disputa no es solo un espectáculo político sino un factor que influye en la estabilidad de los mercados emergentes. Un analista chileno señaló: «Las señales de inestabilidad en la Fed repercuten en la volatilidad del dólar y en la cotización del cobre, afectando directamente nuestra economía».
Jerome Powell, cuyo mandato se extiende hasta 2026, ha mantenido una postura firme en preservar la autonomía del banco central. En declaraciones posteriores, reiteró que la Fed no tiene prisa para recortar tasas y que espera mayor claridad sobre la economía. La ausencia de reacciones inmediatas en los mercados financieros mostró un cierto desapego o confianza en la institucionalidad, aunque el debate continúa latente.
Este episodio pone en evidencia las tensiones entre política y economía en tiempos de incertidumbre global. La independencia de la Reserva Federal, lejos de ser un mero formalismo, es un escudo contra la volatilidad y la manipulación política. Sin embargo, la presión ejercida por actores políticos como Trump revela que este equilibrio puede ser frágil y sujeto a desafíos imprevisibles.
Para Chile y la región, la lección es clara: las decisiones en Washington trascienden fronteras y afectan directamente la estabilidad económica local. La vigilancia crítica y el análisis profundo son necesarios para entender no solo qué ocurre, sino por qué y con qué consecuencias.
En definitiva, el desafío lanzado por Trump no solo expone una crisis interna en EE.UU., sino que invita a reflexionar sobre la relación entre poder político y autonomía técnica en las instituciones que rigen la economía global.