La ofensiva de Trump contra Harvard: un choque entre poder político y autonomía universitaria

La ofensiva de Trump contra Harvard: un choque entre poder político y autonomía universitaria
Internacional
Estados Unidos
2025-11-29
Fuentes
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- Presión política directa del gobierno Trump sobre Harvard para cambiar sus políticas internas.

- Amenaza explícita de prohibir la inscripción de estudiantes extranjeros.

- Resistencia institucional que plantea un debate sobre la independencia académica y las consecuencias económicas.

En abril de 2025, el expresidente Donald Trump desató una polémica que, con el paso de los meses, ha revelado las tensiones profundas entre el poder político y la autonomía universitaria en Estados Unidos. El gobierno de Trump amenazó a la Universidad de Harvard con prohibirle la inscripción de estudiantes extranjeros, una medida sin precedentes que buscaba forzar cambios en las políticas de admisión y contratación de la histórica casa de estudios.

Este enfrentamiento no es un episodio aislado, sino la culminación de una escalada que comenzó durante la campaña presidencial de Trump, cuando calificó a varias universidades de ser espacios hostiles a las posturas conservadoras. La administración apuntó especialmente a las instituciones donde se manifestaban protestas a favor de Palestina, alegando que el antisemitismo aumentaba en estos campus.

La Secretaría de Seguridad Nacional, liderada entonces por Kristi Noem, exigió a Harvard registros de actividades consideradas ilegales o violentas de estudiantes extranjeros. El ultimátum fue claro: si Harvard no cumplía, perdería el privilegio de inscribir a estudiantes internacionales, que representan más del 27% de su matrícula.

Desde la perspectiva del gobierno Trump, esta ofensiva se justifica en la necesidad de combatir el antisemitismo y garantizar un ambiente académico imparcial. La presión incluyó además el congelamiento de aproximadamente US$2.200 millones en fondos federales y la amenaza de eliminar la exención tributaria que Harvard disfruta, lo que podría costarle millones anuales.

Por su parte, Alan Garber, presidente de Harvard, defendió la independencia universitaria y rechazó las demandas como un intento de regular las condiciones intelectuales del campus. Harvard reconoció haber tomado medidas para enfrentar el antisemitismo, incluyendo el despido de responsables de centros de estudios críticos, pero se mantuvo firme en no ceder a las nuevas exigencias.

Este choque ha generado una división clara en el espectro político y social. Sectores conservadores ven en la acción de Trump una defensa legítima contra la supuesta parcialidad ideológica y el antisemitismo en las universidades. En cambio, académicos y grupos progresistas advierten sobre un peligroso precedente que pone en jaque la autonomía universitaria y la libertad de pensamiento.

En el plano internacional, esta disputa también ha tenido repercusiones. Harvard es un referente global, y su crisis evidencia la creciente politización de la educación superior en Estados Unidos, un fenómeno que preocupa a observadores y gobiernos aliados.

Además, la amenaza de restringir la inscripción de estudiantes extranjeros impacta directamente en la diversidad cultural y el intercambio académico que caracterizan a las grandes universidades. Columbia University, ante una situación similar, accedió a algunas demandas tras la congelación de fondos federales, pero Harvard optó por resistir, marcando un punto de inflexión en esta batalla.

Tras meses de tensión, la situación sigue abierta, pero ya se pueden extraer algunas conclusiones:

- La ofensiva de Trump contra Harvard expone un conflicto fundamental entre el ejercicio del poder político y la independencia académica.

- La instrumentalización de recursos económicos y regulaciones migratorias como herramientas de presión política abre un debate sobre los límites del Estado en la educación superior.

- La disputa refleja también las profundas divisiones ideológicas que atraviesan a la sociedad estadounidense y que se proyectan en sus instituciones.

En definitiva, lo que comenzó como una amenaza puntual se ha convertido en un escenario donde se enfrentan visiones contrapuestas sobre qué debe ser una universidad en el siglo XXI: ¿un espacio de libre pensamiento sin interferencias externas o un actor sujeto a controles estatales para garantizar ciertos valores? Mientras tanto, Harvard y sus estudiantes permanecen en el centro de este coliseo, con consecuencias que irán más allá de sus muros.