La ofensiva de Trump contra las universidades: ¿recuperación o control ideológico?

La ofensiva de Trump contra las universidades: ¿recuperación o control ideológico?
Internacional
Estados Unidos
2025-11-29
Fuentes
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- Presión federal para alinear universidades con una visión política específica.

- Dilema existencial para instituciones con menos recursos.

- Resistencia simbólica desde Harvard, con respaldo financiero sólido.

Un pulso de poder y alma en la educación superior estadounidense

En abril de 2025, el presidente Donald Trump lanzó una ofensiva directa contra las universidades de Estados Unidos, buscando reconfigurar el financiamiento federal para condicionar sus líneas ideológicas y recuperar lo que él denomina las "instituciones educativas de la izquierda radical". Este movimiento no solo desató un debate sobre la libertad académica, sino que puso en escena una batalla de fondo sobre el propósito mismo de la universidad en la democracia.

Desde el inicio, la administración Trump planteó que las universidades han sido espacios dominados por una cultura insular, excesivamente "woke" y con una endogamia intelectual que limita el debate real, especialmente para las voces conservadoras. Sin embargo, la respuesta gubernamental, lejos de abrir un diálogo, ha impuesto un esquema binario: existe una "diversidad buena" que debe protegerse y una "diversidad mala" que debe eliminarse. Esto ha llevado a censuras selectivas: se reprime la defensa de derechos transgénero mientras se garantiza la expresión de símbolos como la gorra "Make America Great Again".

En este escenario, Harvard emergió como un bastión de resistencia. Con un endowment de 53 mil millones de dólares, la universidad se negó a acatar las imposiciones federales, defendiendo la independencia académica y ganándose el reconocimiento internacional. Sin embargo, esta capacidad no es replicable en instituciones con menos recursos, que enfrentan una encrucijada brutal: aceptar las condiciones del gobierno y sacrificar su autonomía intelectual, o rechazar el financiamiento y poner en riesgo investigaciones científicas críticas, desde el desarrollo de antibióticos hasta terapias antivirales.

Las voces políticas se dividen con claridad. Desde la derecha conservadora se aplaude la iniciativa como una corrección necesaria para un sistema universitario que habría perdido su rumbo ideológico. Por otro lado, académicos progresistas y defensores de la autonomía educativa alertan sobre un peligroso precedente que puede erosionar el pensamiento crítico y la democracia intelectual.

Regionalmente, esta disputa también refleja tensiones entre centros académicos urbanos y universidades en zonas menos privilegiadas, donde la dependencia del financiamiento federal es más marcada y la capacidad de resistencia menor.

"La universidad debe ser un espacio de pensamiento libre, no un instrumento de control político", sostiene un profesor de ciencias políticas en la Universidad de California, mientras que un asesor cercano a la Casa Blanca argumenta que "es imprescindible garantizar que los fondos públicos no financien ideologías que dividen a la nación".

En conclusión, la ofensiva de Trump no solo reabre un viejo debate sobre la orientación política en la educación superior, sino que pone en jaque la sustentabilidad misma de la autonomía universitaria en un contexto de polarización creciente. La disyuntiva es clara: ¿perder el financiamiento o perder el alma? Harvard y sus pares con respaldo millonario pueden resistir, pero muchas otras instituciones enfrentan un futuro incierto, con consecuencias que van más allá de las aulas y que impactan en la producción científica y el debate democrático.

Este episodio, más que un choque inmediato, es una tragedia en desarrollo, donde la educación superior estadounidense se juega su rol histórico como faro del pensamiento crítico y la pluralidad.

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Fuentes consultadas: análisis de Harvard - La Tercera (2025-04-16), opiniones de académicos y expertos en política educativa estadounidense.