Querellas y violencia en el fútbol chileno: entre cuchillos y carros policiales que matan

Querellas y violencia en el fútbol chileno: entre cuchillos y carros policiales que matan
Actualidad
Conflictos sociales
2025-11-30
Fuentes
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- Violencia extrema entre barristas en partidos oficiales.

- Responsabilidad policial cuestionada por muertes y obstrucción.

- Tensiones sociales reflejadas en el fútbol, escenario de tragedias y demandas judiciales.

Un campo de batalla bajo el alero del fútbol chileno.

El 27 de octubre de 2025, en el Estadio Nacional, un partido entre Colo-Colo y Deportes Limache terminó con una escena que desbordó la violencia habitual en las barras: cuatro barristas del club albo fueron formalmente querellados, uno de ellos por sacar un cuchillo con intención de herir o matar a otro hincha. Este episodio no es un hecho aislado, sino que se inserta en una cadena de eventos que han puesto en jaque la seguridad y la integridad de los asistentes a los estadios.

Por otro lado, un drama aún más grave se desarrolló semanas antes, el 8 de abril, cuando dos hinchas de Colo-Colo, Martina (18 años) y M.A.L.L. (13 años), murieron tras ser embestidos por un carro lanza gases de Carabineros a las afueras del Estadio Monumental, en la antesala del partido contra Fortaleza por Copa Libertadores.

El Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) presentó el 15 de abril una querella contra Carabineros por apremios ilegítimos con resultado de muerte, responsabilizando directamente a la policía y denunciando obstrucción en la investigación oficial.

Dos tragedias, dos focos de conflicto

El primer caso revela la escalada de violencia interna en las barras organizadas. La querella de Blanco y Negro detalla un escenario de agresiones, porte de armas blancas y uso de material pirotécnico prohibido, con actores que no sólo ponen en riesgo a otros hinchas, sino que también a la imagen y la estabilidad del club.

"Un grupo de sujetos, supuestamente hinchas, de manera organizada y concertada, procedieron a realizar una serie de actos ilícitos (...) con el mero objetivo de alterar la realización del evento deportivo y perjudicar los intereses del equipo y sus verdaderos hinchas", señala el documento judicial presentado por la concesionaria.

En contraste, la segunda tragedia apunta a la actuación estatal y el uso de la fuerza pública. El INDH denuncia que Carabineros actuó de forma antirreglamentaria, embistiendo a las víctimas con un vehículo policial sin detenerse a auxiliarlas. Además, se acusa una sistemática obstrucción a la investigación, con declaraciones contradictorias y falta de preservación de pruebas.

"Funcionarios de Carabineros realizaron actos tendientes a obstaculizar el esclarecimiento de los hechos (...) buscando la impunidad en el actuar de los funcionarios implicados", sostiene la querella del INDH.

Voces encontradas y reacciones sociales

Desde el mundo político y social, estas situaciones han abierto un debate complejo. Por un lado, sectores conservadores y autoridades policiales defienden la necesidad de mantener el orden en los estadios, pero reconocen la urgencia de revisar protocolos y responsabilidades. Por otro, organizaciones de derechos humanos y movimientos sociales exigen transparencia, justicia y un cambio profundo en la relación entre fuerzas del orden y ciudadanía.

En las comunidades barristas, la división es palpable: mientras algunos condenan la violencia y buscan espacios de diálogo, otros se encierran en códigos de lealtad que perpetúan el enfrentamiento y la ilegalidad.

Consecuencias y desafíos a futuro

A más de un mes de estos hechos, las querellas siguen su curso judicial y la opinión pública se mantiene en vilo, con una sensación creciente de que el fútbol chileno es un reflejo de las tensiones sociales más amplias del país.

Este doble episodio —de violencia interna y represión estatal— obliga a repensar no sólo la seguridad en eventos deportivos, sino también las políticas públicas sobre el orden público, derechos humanos y participación ciudadana.

La verdad que emerge, tras la verificación de hechos y múltiples perspectivas, es que el fútbol chileno está en una encrucijada: continuar permitiendo que la violencia y la impunidad marquen su rumbo, o enfrentar con valentía y diálogo las raíces profundas de estos conflictos.

Los tribunales, las instituciones y la sociedad civil están llamados a ser protagonistas en esta tragedia que no es sólo deportiva, sino un espejo de la convivencia nacional.