Chile y sus socios desafían los aranceles estadounidenses al cobre: un pulso con consecuencias globales

Chile y sus socios desafían los aranceles estadounidenses al cobre: un pulso con consecuencias globales
Economía
Minería y Energía
2025-11-30
Fuentes
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- Disputa comercial entre Chile, Canadá, Perú y Estados Unidos por aranceles al cobre.

- Impacto estratégico en la cadena global de suministro y seguridad nacional.

- Tensiones geopolíticas que revelan la complejidad del mercado del cobre y sus actores.

Desde principios de 2025, el cobre chileno ha estado en el centro de un enfrentamiento que trasciende lo económico para instalarse en el terreno geopolítico. El gobierno de Estados Unidos, bajo la administración del expresidente Donald Trump, inició una investigación bajo la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962 para evaluar si las importaciones de cobre representaban un riesgo para la seguridad nacional estadounidense. Esta medida, que podría haber derivado en la imposición de aranceles, encendió las alarmas en Chile, Perú y Canadá, los tres principales proveedores del metal rojo a Estados Unidos.

Chile abastece aproximadamente el 70% del cobre refinado que importa Estados Unidos, seguido por Canadá y Perú con 17% y 7% respectivamente. La relevancia estratégica del cobre no solo radica en su valor económico, sino en su papel clave en sectores como la construcción, la electrónica y la defensa, lo que añade una capa de complejidad a la disputa.

Desde Santiago, la postura oficial fue contundente. El embajador chileno en Washington, Juan Valdés, afirmó en una carta fechada el 31 de marzo que 'las importaciones de cobre de Chile contribuyen a la seguridad de la cadena de suministro de Estados Unidos y no representan ningún riesgo para sus intereses de seguridad nacional.' Esta voz fue acompañada por las autoridades de Canadá y Perú, que también rechazaron la posibilidad de aranceles, destacando la importancia del libre comercio para la estabilidad de sus economías y la seguridad estadounidense.

En contraparte, sectores dentro de Estados Unidos, influenciados por una agenda proteccionista, impulsaron la investigación con la intención de limitar la dependencia del cobre extranjero, especialmente en un contexto donde la influencia china en el mercado global del cobre crece sin pausa. Freeport-McMoRan, uno de los mayores productores mundiales con operaciones en Chile y Estados Unidos, advirtió que los aranceles podrían ralentizar la economía global y aumentar los costos de insumos mineros, afectando la inversión y el empleo.

En el plano nacional, esta disputa puso en evidencia las tensiones entre la necesidad de diversificar mercados —con China como principal receptor del cobre chileno— y la dependencia estructural que tiene Estados Unidos de este recurso vital. La Cámara de Comercio Chile-Estados Unidos (AmCham) advirtió que imponer barreras comerciales podría resultar contraproducente y beneficiar indirectamente a China, el actor que Washington busca contener.

Al cabo de meses de negociaciones y análisis, la administración estadounidense decidió no avanzar con la imposición de aranceles al cobre proveniente de Chile, Canadá y Perú. Este desenlace, aunque a primera vista parece una victoria diplomática para los países sudamericanos, deja lecciones profundas sobre la fragilidad de las cadenas globales y la volatilidad de las relaciones comerciales en un mundo cada vez más fragmentado.

Desde una perspectiva regional, esta experiencia ha reforzado la urgencia de Chile por diversificar su economía y explorar nuevas alianzas estratégicas, así como por fortalecer la innovación en minería sustentable y tecnologías verdes para agregar valor más allá de la simple exportación de materias primas.

En definitiva, este episodio no solo fue un choque de intereses económicos y políticos, sino un espejo que refleja las complejidades de un mercado globalizado donde la seguridad, la economía y la geopolítica se entrelazan. La narrativa de Chile y sus socios en esta disputa aporta una mirada crítica sobre cómo los países productores deben navegar en un terreno donde la dependencia y la soberanía se disputan en cada movimiento.

El cobre, más que un metal, es hoy un símbolo de la interdependencia global y de los desafíos que enfrentan las economías emergentes en un tablero dominado por grandes potencias.