Chile impulsa el Corredor Bioceánico Vial: una apuesta que redefine las conexiones comerciales en América Latina

Un corredor que atraviesa fronteras y expectativas

El 15 de abril de 2025, Chile presentó oficialmente el plan de obras del Corredor Bioceánico Vial, un proyecto que busca conectar el norte chileno con Brasil, Argentina y Paraguay a través de una carretera de 2.400 kilómetros. Esta iniciativa, largamente esperada, pretende no solo mejorar la infraestructura vial, sino también abrir una nueva ruta comercial que conecte los puertos del Atlántico con los del Asia-Pacífico, acortando tiempos y costos logísticos.

El presidente Gabriel Boric calificó la iniciativa como 'una integración real y concreta', destacando la relevancia de los 22 proyectos de infraestructura previstos en Chile, que incluyen mejoras en carreteras, aduanas y puertos como Iquique, Mejillones y Antofagasta.

Perspectivas encontradas en el tablero político

Desde el oficialismo, la apuesta se ve como un paso estratégico para posicionar a Chile como un nodo clave en el comercio internacional, especialmente con Asia. Sin embargo, sectores de oposición y expertos en economía plantean dudas sobre la magnitud de la inversión, aún no detallada, y la capacidad de coordinación con los países vecinos.

“Sin una planificación financiera clara y consensuada, este corredor podría quedar en un proyecto más de papel”, advierte un economista independiente consultado.

En Brasil, Argentina y Paraguay, el proyecto genera expectativas económicas, pero también preocupaciones sobre su impacto social y ambiental, especialmente en regiones vulnerables como el Chaco paraguayo y las provincias argentinas de Salta y Jujuy.

El Mercosur y la flexibilidad arancelaria: un telón de fondo complejo

Paralelamente, la reciente reunión de cancilleres del Mercosur en Buenos Aires reveló un bloque en búsqueda de unidad frente a desafíos globales, acordando ampliar excepciones al arancel externo común para responder a la guerra comercial internacional.

Este contexto añade una capa de complejidad al Corredor Bioceánico, pues la armonización de políticas comerciales y aduaneras será clave para que la infraestructura se traduzca en un flujo efectivo de bienes.

Voces ciudadanas y desafíos locales

En las comunidades directamente afectadas, la recepción es mixta. Por un lado, hay esperanza en la generación de empleo y desarrollo económico. Por otro, se expresan inquietudes por el impacto ambiental y la posible marginalización de sectores rurales.

Organizaciones sociales y ambientales han llamado a una participación más activa en la toma de decisiones, enfatizando que la obra debe respetar los derechos territoriales y la sustentabilidad.

Conclusiones que emergen con el tiempo

Tras más de seis meses desde la presentación, el Corredor Bioceánico Vial se perfila como una obra emblemática para la integración latinoamericana, pero también como un escenario donde convergen intereses económicos, políticos y sociales divergentes.

La falta de cifras claras sobre la inversión y los plazos, junto con la necesidad de coordinación multinacional, son retos que aún persisten. La iniciativa ha logrado poner en discusión la importancia de la conectividad regional, pero también ha expuesto las tensiones estructurales que atraviesan a los países involucrados.

En definitiva, este corredor es más que una carretera: es un espejo donde se reflejan las esperanzas y contradicciones de una región que busca abrirse al mundo sin perder de vista sus propias complejidades.