
El fin de semana pasado en Santiago se convirtió en un escenario donde la meteorología y la sociedad se enfrentaron en un duelo de incertidumbre y expectativas.
El viernes 3 de octubre de 2025, la Dirección Meteorológica de Chile anticipó un día con temperaturas moderadas y sin lluvias para la capital, mientras que Meteored pronosticaba precipitaciones débiles para la tarde-noche del sábado. Esta discrepancia no solo generó confusión en la ciudadanía, sino que también abrió un debate sobre la precisión y la comunicación de los pronósticos meteorológicos en un contexto donde el clima afecta directamente la vida cotidiana y la planificación social.
Desde la perspectiva oficial, la Dirección Meteorológica mantuvo un pronóstico conservador, enfatizando cielos mayormente despejados y temperaturas que oscilaron entre 9°C y 23°C el viernes, y sin lluvias para el fin de semana. Por otro lado, Meteored sostuvo que entre las 17:00 y 23:00 horas del sábado se registrarían las primeras precipitaciones, acumulando cerca de 0,9 mm de agua, y que el domingo sería el día más lluvioso, con hasta 7,6 mm y lluvias intermitentes desde la madrugada hasta la tarde.
Este contraste evidenció no solo diferencias en modelos y metodologías, sino también en la interpretación y comunicación de la incertidumbre climática. Para sectores sociales y económicos dependientes del clima —como el comercio, el turismo y las actividades culturales al aire libre—, esta ambigüedad tuvo consecuencias prácticas.
El debate político y social tampoco estuvo ausente. Algunos actores y expertos señalaron que la Dirección Meteorológica, organismo estatal con décadas de trayectoria, podría estar subestimando fenómenos menores para evitar alarmas innecesarias, mientras que plataformas privadas como Meteored aportan una visión más detallada, aunque con mayor margen de error. En contraste, otros criticaron la proliferación de fuentes no oficiales que, en su afán por captar audiencia, pueden generar ansiedad y desinformación.
“La ciudadanía requiere un balance entre precisión y claridad en los mensajes, especialmente en ciudades como Santiago donde el clima es variable y las actividades dependen del tiempo”, comentó un meteorólogo independiente consultado para este análisis.
Desde la mirada regional, el fenómeno también fue interpretado con matices. En zonas rurales y periféricas, donde la dependencia del clima es aún más directa, la expectativa de lluvias, aunque leve, generó preparativos precautorios. En tanto, en el centro urbano, la población mostró una actitud más escéptica, evidenciando una fatiga informativa ante pronósticos contradictorios.
La conclusión que emerge de este episodio es doble. Por un lado, la meteorología, como ciencia, enfrenta desafíos inherentes a la predicción en contextos complejos y cambiantes. Por otro, la comunicación pública de estos pronósticos debe adaptarse para manejar la incertidumbre sin generar alarma ni indiferencia.
El fin de semana cerró con lluvias leves y dispersas en Santiago, confirmando parcialmente el pronóstico de Meteored, pero sin la intensidad esperada, lo que reafirma la dificultad de anticipar con precisión eventos de baja magnitud en la zona central.
Este caso invita a reflexionar sobre la necesidad de fortalecer la colaboración entre organismos oficiales y privados, mejorar la alfabetización climática de la población y ajustar los canales de comunicación para que la información meteorológica cumpla su rol social sin contribuir a la ansiedad ni a la fragmentación informativa.
2025-09-02