
Desde su fundación en 1988 en Jerusalén, la secta ultraortodoxa judía Lev Tahor ha protagonizado una saga de controversias y denuncias por abuso infantil y explotación, que la han convertido en un actor problemático en cada país donde ha intentado asentarse. En noviembre de 2025, 17 menores fueron rescatados en Yarumal, Colombia, marcando la cuarta vez que la secta es detectada en América Latina tras Guatemala, México y El Salvador.
La historia de Lev Tahor en la región es la de un grupo marcado por la itinerancia forzada, producto de la persecución judicial y social. En Guatemala, donde llegaron en 2013, fueron expulsados por comunidades indígenas mayas que denunciaron su aislamiento y rechazo a la integración. En México, un operativo policial en 2022 rescató a menores y detuvo a líderes, mientras que en Guatemala en diciembre de 2024 se desmanteló una colonia con 160 menores rescatados, un golpe sin precedentes para el grupo.
Gloria Arriero, directora de Migración Colombia, afirmó a Caracol Radio que Lev Tahor planeaba establecer una finca en Colombia para mantener su comunidad y continuar prácticas como matrimonios consanguíneos desde edades tempranas. Este modus operandi, además de la explotación infantil denunciada, ha sido la constante en todos los países donde se han asentado.
Las autoridades colombianas detectaron la presencia de siete familias de la secta en octubre de 2025, todas extranjeras, en un contexto donde la geografía y la limitada presencia estatal en zonas remotas facilitan el aislamiento y la impunidad. Marcos Peckel, director de la comunidad judía colombiana, enfatizó que Lev Tahor no tiene vínculos con la comunidad judía local y que sus prácticas son contrarias a la ley y tradiciones judías.
Este fenómeno no es exclusivo de Colombia. La región ha sido un refugio para grupos religiosos con prácticas cuestionadas o ilegales, como las comunidades menonitas, que han generado conflictos territoriales y sociales en países como Colombia y Guatemala. La presencia de Lev Tahor en países de Europa del Este y los Balcanes, donde también fueron deportados, confirma una estrategia de búsqueda constante de territorios con baja vigilancia estatal.
Desde una mirada política y social, las respuestas estatales han sido fragmentadas y reactivas. Mientras algunos países han logrado rescatar a menores y desarticular colonias, otros enfrentan dificultades para procesar judicialmente a los miembros y evitar la reubicación del grupo. La complejidad aumenta al tratarse de comunidades transnacionales con redes que cruzan fronteras y que se aprovechan de vacíos legales y de cooperación internacional.
Desde la perspectiva de derechos humanos, la situación plantea un desafío profundo: cómo proteger a los menores y víctimas sin vulnerar derechos fundamentales, y cómo prevenir que estas comunidades se reproduzcan en condiciones que perpetúan abusos y aislamiento.
En conclusión, la saga de Lev Tahor en América Latina exhibe la tensión entre la soberanía estatal, la protección de derechos y la libertad religiosa, en un contexto donde la itinerancia forzada, la explotación infantil y la fragmentación institucional crean un escenario complejo y persistente. La experiencia reciente en Colombia confirma que, sin una estrategia regional coordinada y con enfoque en derechos, Lev Tahor y grupos similares seguirán encontrando espacios para operar, desafiando a los Estados y a la sociedad civil.
Fuentes consultadas incluyen reportajes de BBC News Mundo y declaraciones oficiales de Migración Colombia y expertos en comunidades judías de la región.
2025-11-08