La transformación silenciosa de las bibliotecas públicas en Chile: un pulso entre tradición y modernidad

Un año de cambios profundos y silenciosos ha vivido el sistema de bibliotecas públicas chileno durante 2024. Los préstamos de libros alcanzaron 1.955.876 en la red nacional, marcando un crecimiento sostenido que no solo refleja un aumento en el acceso a la lectura, sino también una transformación en los formatos y públicos que se acercan a estos espacios. La subdirectora del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas (SNBP), Paula Larraín, describe este fenómeno como una expansión que va más allá de los números: "Las personas están leyendo más, en distintos formatos y diferentes géneros literarios".

Un mosaico de voces y regiones

La realidad lectora chilena no es homogénea. La Región Metropolitana lidera en solicitudes de libros, seguida por Valparaíso y La Araucanía. Este liderazgo se explica por la robustez de sus redes bibliotecarias y la concentración de población y estudiantes universitarios. Sin embargo, el pulso regional no está exento de tensiones: mientras algunas regiones consolidan sus bibliotecas regionales —como Los Lagos y La Araucanía, con proyectos en marcha— otras enfrentan desafíos de infraestructura y sostenibilidad.

En el corazón de esta dinámica están las mujeres entre 30 y 59 años, quienes concentran el 62,9% de los socios activos y protagonizan la mayor parte de los préstamos. "Las mujeres muchas veces no solo sacamos libros para nosotras, sino también para nuestras familias", explica Larraín, apuntando a la multiplicidad de roles y responsabilidades que este grupo asume en el ecosistema lector.

Nuevos lenguajes, nuevos formatos

El auge de la novela gráfica "Heartstopper" como el libro impreso más solicitado en 2024, junto con el crecimiento exponencial de los audiolibros —liderados por títulos nacionales como "Papelucho"—, revela un cambio generacional y cultural en los hábitos de consumo. El 22% de los préstamos corresponden a formatos digitales, con especial preferencia por los audiolibros, que se integran en la vida cotidiana de usuarios de diversas edades.

Este fenómeno desafía la visión tradicional que ve en las redes sociales y nuevas tecnologías una amenaza para la lectura. Por el contrario, desde el SNBP se sostiene que estas herramientas son un complemento vital para la difusión y el diálogo con la comunidad lectora.

Entre la nostalgia y la innovación

A pesar de estos avances, la relación con los libros físicos sigue siendo predominante (78% de los préstamos). Esto refleja una tensión entre la tradición y la modernidad, donde el libro impreso mantiene su valor simbólico y práctico, mientras que la digitalización abre nuevas posibilidades de acceso y diversidad.

El sistema bibliotecario enfrenta también retos en la cobertura territorial: en 2024, la red llegó a 338 de las 346 comunas del país, con una ligera mejora respecto al año anterior, pero la reducción de servicios bibliotecarios, especialmente bibliomóviles, evidencia fragilidades logísticas y presupuestarias.

Voces en disputa

Desde una mirada crítica, algunos expertos advierten que el crecimiento cuantitativo podría ocultar desigualdades profundas en el acceso cultural, especialmente en zonas rurales y comunidades indígenas. Otros valoran el aumento en la diversidad de géneros y formatos como un paso necesario hacia una democratización real de la lectura.

Las autoridades, por su parte, celebran la ampliación del presupuesto y la implementación de programas como el Programa de Mejoramiento Integral (PMI) y la Red Nacional de Guaguatecas, que apuntan a fortalecer la infraestructura y fomentar la lectura desde la primera infancia.

Conclusiones y desafíos

Este balance muestra un sistema de bibliotecas públicas chileno en plena metamorfosis, donde convergen tradición y modernidad, centralismo y descentralización, demandas sociales y políticas públicas. Los datos de 2024 evidencian que la lectura sigue siendo un espacio vital de encuentro y aprendizaje, pero también un campo de batalla cultural y social.

El desafío para el futuro inmediato es consolidar esta expansión con equidad, sostenibilidad y pertinencia cultural, asegurando que las bibliotecas sean verdaderos centros vivos de conocimiento para todas las comunidades del país, sin perder de vista la diversidad de voces y formatos que hoy las enriquecen.