
Una batalla que parecía interminable ha llegado a su desenlace, pero la pregunta que persiste es si el final es tan feliz como se presenta.En abril de 2025, se confirmó la eliminación de los aranceles impuestos por la administración Trump a China y otros países, poniendo fin a una guerra comercial que duró más de tres años. Este conflicto, que comenzó como una estrategia para proteger la industria estadounidense, desencadenó una serie de tensiones económicas y políticas con repercusiones globales.
Desde el inicio, la guerra comercial polarizó opiniones. Por un lado, sectores conservadores y seguidores de Trump celebraron la medida como un acto de defensa nacional contra prácticas comerciales desleales. John Pitney, profesor de política estadounidense, señala que Trump buscaba mostrar una victoria política incluso si el costo económico era alto. Por otro lado, economistas y empresarios advirtieron sobre el riesgo de inflación y recesión, efectos que se materializaron en los años siguientes.
En el plano político, la estrategia tuvo consecuencias directas en las elecciones de 2026. La prolongación del conflicto contribuyó a la pérdida del control del Senado por parte del Partido Republicano, marcando un cambio en el equilibrio de poder. Los demócratas aprovecharon esta coyuntura para impulsar investigaciones y revertir algunas políticas económicas de la era Trump.
Desde la perspectiva internacional, la retirada de aranceles fue recibida con alivio, pero también con cautela. China y otros países hicieron concesiones menores que, si bien facilitaron la desescalada, no resolvieron todas las tensiones comerciales ni las disputas tecnológicas subyacentes.
En Chile y América Latina, la guerra comercial tuvo impactos indirectos pero significativos. Expertos en comercio internacional consultados por fuentes regionales destacan que la volatilidad generada afectó la inversión extranjera y la estabilidad de mercados emergentes. Sin embargo, la normalización posterior ha abierto nuevas oportunidades para la integración económica en la región.
Las voces ciudadanas reflejan también la complejidad del episodio. Mientras algunos trabajadores industriales sienten alivio por la aparente recuperación, otros sectores, como el agrícola y tecnológico, evidencian que las secuelas aún persisten en la cadena productiva y en la confianza empresarial.
¿Qué se puede concluir de este capítulo? La guerra comercial de Trump no fue un mero choque arancelario, sino un fenómeno con múltiples capas políticas, económicas y sociales. El fin de los aranceles representa un respiro, pero no un cierre definitivo de las tensiones globales. La estrategia política de mostrar una victoria ha tenido un costo tangible en la economía y en el escenario electoral estadounidense.
Este episodio invita a reflexionar sobre los límites de las políticas proteccionistas en un mundo interconectado y sobre cómo las decisiones de corto plazo pueden marcar el destino de gobiernos y sociedades enteras. La historia, con sus claroscuros, queda abierta para quienes quieran aprender de ella.
2025-11-12
2025-04-12
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