
Entre el 3 y 6 de abril de 2025, la 10ª Feria del Libro de Vitacura en Chile se convirtió en un escenario donde la cultura peruana brilló con luz propia. Danzas típicas y un variado repertorio de música folclórica peruana fueron exhibidos en La Matta Cultural, marcando un hito en la presencia de Perú en eventos culturales chilenos recientes.
Este despliegue artístico no solo fue una muestra de tradición, sino también un acto de diplomacia cultural que busca fortalecer los lazos entre dos países con historia compartida, pero también con tensiones latentes en otros ámbitos. Desde una perspectiva política, algunos sectores valoran esta apertura como un puente necesario para fomentar la cooperación y el entendimiento mutuo, mientras que otros advierten sobre el riesgo de que estos gestos oculten disputas pendientes en materia comercial y fronteriza.
“La cultura es el terreno donde podemos construir confianza y derribar prejuicios,” señaló un académico chileno especializado en relaciones internacionales, reflejando la opinión de quienes ven en estas iniciativas un camino hacia la reconciliación y el diálogo.
Por otro lado, voces más críticas dentro del ámbito cultural peruano plantean que la participación en ferias internacionales debe ir acompañada de una estrategia clara para promover no solo el folclore, sino también la literatura contemporánea y los debates sociales que atraviesan a ambos países. Esta mirada destaca la necesidad de evitar una imagen folklorista que simplifique las complejidades culturales y políticas.
En términos sociales, la feria permitió que comunidades migrantes peruanas en Chile se sintieran representadas y visibilizadas, un aspecto relevante en un país donde la integración de extranjeros sigue siendo un desafío. Para muchos asistentes, la feria fue una oportunidad para reconocerse en la diversidad cultural y para compartir experiencias que van más allá de las fronteras nacionales.
Finalmente, la feria del libro de Vitacura dejó en evidencia que la cultura puede ser un espacio de encuentro y confrontación, un escenario donde se juegan no solo identidades sino también intereses políticos y económicos. La participación peruana, con su riqueza folclórica y su presencia simbólica, se inscribe en este complejo entramado de relaciones bilaterales y regionales.
Las conclusiones que pueden extraerse son claras: la cultura no es un mero adorno en las relaciones internacionales, sino un campo de batalla y de construcción social. La feria fue un recordatorio de que detrás de cada danza y cada libro hay historias, tensiones y esperanzas que merecen ser comprendidas en su totalidad.