Cierre del espacio aéreo venezolano: un pulso entre soberanías y estrategias geopolíticas

Un espacio aéreo cerrado, una región en tensión. El 23 de noviembre de 2025, la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA) emitió una alerta para extremar precauciones sobre el espacio aéreo venezolano y el sur del Caribe. Esta advertencia fue el preludio a una escalada que alcanzó su punto álgido el sábado 23, cuando el entonces expresidente Donald Trump anunció el cierre total del espacio aéreo sobre y alrededor de Venezuela, sin respaldar su medida en ningún marco jurídico internacional claro. Desde entonces, la actividad aérea en Venezuela cayó un 24,7% respecto a semanas anteriores, con solo dos aerolíneas internacionales operando vuelos limitados.

El choque de discursos: soberanía versus seguridad. La reacción oficial venezolana fue inmediata y categórica: calificaron la medida como una "amenaza colonialista" y una violación flagrante de la soberanía nacional, definiéndola como un "acto hostil, unilateral y arbitrario". Por su parte, desde Washington se argumentó que la medida respondía a preocupaciones de seguridad, vinculando la región con actividades ilícitas como el narcotráfico.

En este tablero, el presidente colombiano Gustavo Petro emergió como una voz crítica y desafiante. “¿Bajo qué norma de derecho internacional un presidente puede cerrar el espacio aéreo de otro país?”, cuestionó en su cuenta de X (antiguo Twitter), enfatizando la ilegalidad de la medida y apelando a la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) para que actúe de inmediato. Petro, en su rol como presidente de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), planteó la cuestión como un asunto regional, llamando a la defensa del orden internacional y a la soberanía de Venezuela.

Voces encontradas, consecuencias palpables. Mientras Petro y Caracas defienden la soberanía y el respeto al derecho internacional, en Estados Unidos y sectores afines se sostiene que la medida es un componente de una estrategia más amplia de presión asimétrica para forzar un cambio político en Venezuela. Esta estrategia incluye, además del cierre aéreo, un despliegue militar y acusaciones de narcotráfico.

En el terreno humano, la suspensión masiva de vuelos ha dejado a miles de venezolanos varados, como Juan Carlos Rodríguez en Madrid, que relata la cancelación abrupta de vuelos y la falta de apoyo concreto de aerolíneas y autoridades. Se estima que unas 15.000 personas se ven afectadas semanalmente por la interrupción de vuelos. El cierre también impacta el turismo, con cancelaciones y desvíos de turistas, y las deportaciones desde Estados Unidos, que han quedado suspendidas unilateralmente.

Perspectivas regionales y desafíos futuros. La tensión entre Estados Unidos, Venezuela y Colombia se inscribe en una compleja red de intereses geopolíticos, económicos y sociales. Petro, enfrentado a Trump en una relación marcada por acusaciones mutuas y sanciones, apuesta por un enfoque multilateral y jurídico, mientras que Trump y sus aliados mantienen una postura de presión directa y unilateral.

Expertos en derecho internacional señalan que, si bien un país puede restringir su espacio aéreo, la imposición de un cierre unilateral sobre un espacio aéreo extranjero carece de base legal clara y puede sentar un precedente peligroso para la soberanía nacional y la estabilidad regional.

Conclusiones visibles:

- El cierre del espacio aéreo venezolano ha profundizado la crisis humanitaria y económica, afectando movilidad, turismo y comercio.

- La medida unilateral de Estados Unidos carece de respaldo jurídico internacional, según voces expertas y gobiernos regionales.

- La respuesta de Petro y la CELAC pone en evidencia la disputa entre visiones de soberanía nacional y seguridad hemisférica, con consecuencias directas para la estabilidad regional.

Este episodio revela la fragilidad del orden internacional en América Latina, donde las tensiones geopolíticas se traducen en cierres de rutas, aislamiento y sufrimiento ciudadano. La pregunta que queda en el aire es si la comunidad internacional logrará mediar para restablecer canales de diálogo y movilidad, o si la escalada continuará profundizando la división y el aislamiento del país caribeño.